50 años de danza y pasión con Humberto Garzón

El maestro Humberto Garzón celebra medio siglo de dedicación al Huila, una región que ha visto florecer su amor por la danza. Desde su infancia en Bogotá, donde descubrió el ballet bajo la tutela de la actriz y bailarina huilense Raquel Ércole, Garzón ha sido un pilar en el desarrollo y crecimiento de la danza en el Huila. A sus 81 años, disfruta de su jubilación, pero su pasión por el ballet sigue viva en la escuela de su alumna Diana Moreno, donde continúa inspirando a nuevas generaciones de bailarines.

 

Hernán Guillermo Galindo M

hernan.galindo@lanacion.com.co

 

A sus 81 años de edad, Humberto Garzón, reconocido bailarín, coreógrafo y maestro, continúa esparciendo su legado cultural por el Huila. Aunque se jubiló, su pasión por la danza no ha disminuido. Hace 50 años, esta tierra lo acogió y, desde entonces, ha trabajado incansablemente en su desarrollo artístico. Hoy, Garzón se siente orgulloso de ser considerado un hijo más del Huila, una región que ha visto florecer su amor por el ballet y su dedicación a la formación de nuevas generaciones de bailarines.

Lo encontramos en la Academia Ballerine de una de sus alumnas aventajadas, Diana Paola Moreno. Lo primero que cuenta en sus reflexiones es que nació en Bogotá en el año 1943, y que tiene 81 años. “Me criaron entre mi mamá, que se llamaba Úrsula, y una tía, Ana Rosa, porque desafortunadamente tuve papá, pero fue de los que sacaron la mano y se fue”, relata sin resquemores.

Y agrega: “Mi mamá se dedicaba a las labores del hogar, mientras que mi tía, quien trabajó muchos años en una compañía textilera de Bogotá, tenía su pensión y con eso nos ayudaba”.

Para el maestro Humberto Garzón, el ballet es todo en su vida; lo lleva en la sangre desde niño. “Mis primeros años de estudio los hice en una escuelita que llevaba el nombre del padre Campoamor, en Chapinero, cerca de la clínica Palermo. Todo estaba cerca, incluso el hipódromo”, recordó.

Vivían en una casa modesta, pero no tenían que pagar arriendo, ya que era propiedad de su padrino, Leopoldo.

 

El llamado de la danza

En el año 1958, Raquel Ércole Ramírez, una actriz y bailarina opita, abrió su academia de danzas en Bogotá. “Me di cuenta porque de un momento para otro vi por todo el centro de Bogotá unos carteles grandísimos donde anunciaban la apertura de la Academia de Raquel. Me dije: esta va a ser la mía, y me fui un día donde ella. Y le dije: ‘Yo amo mucho el ballet, me gusta, lo llevo en la sangre, quiero aprender, el pequeño problema es que yo no tengo con qué pagarle. Estaba en bachillerato, tenía como unos 15 años”.

“Raquel me hizo unas preguntas sobre mi vida, mi familia y lo que hacía. Luego me dijo: No hay problema, venga mañana, y así comencé las clases. Mi vinculación con la Academia de Raquel Ércole duró diez años, hasta que un día ella decidió cerrar. Incluso me ofreció que me quedara con la academia y trabajara con su nombre. No acepté porque consideré que aún no estaba preparado para asumir esa responsabilidad”.

Fue así como comencé a estudiar danza clásica, añadió el maestro, quien en sus recuerdos está cómo al principio llegaba tímidamente, porque había muchos estudiantes y algo para resaltar es que en su casa no tenían ni idea que estaba estudiando Ballet, actividad que combinaba con sus estudios de bachillerato.

Momento cumbre de una de sus presentaciones como primer bailarín en el Teatro Colón de Bogotá.

El salto a los escenarios

“En la academia, durante 10 años, fui secretario, mensajero y maestro de danza de las niñas más pequeñas”.

Humberto Garzón se hizo amigo de Lisardo Díaz, el esposo de Raquel, quien era integrante del dueto Los Tolimenses y uno de sus mentores. “Lisardo fue quien me vinculó laboralmente a la academia. Allí tenía su oficina y un día me dijo: ‘Nosotros necesitamos un mensajero’ y me pagaba 60.000 pesos, que en esa época era un platal”.

“Dentro de la formación, al principio me asignaron como maestra a una de las alumnas más adelantadas y, a los tres meses, Raquel me promovió a los cursos avanzados. Me dijo: ‘Ahora pase usted a esta clase’, era la de los más avanzados y la dictaba un profesor argentino. Como quien dice, me hizo coger al toro por los cuernos”.

Es así como, producto del trabajo duro y la dedicación, al año exacto de haber empezado clases, montaron “La Bella Durmiente” en el Teatro Colón y lo incluyeron en el papel de primer bailarín. “También llegó el momento de darle a conocer a mi familia, mi mamá, mis tíos y primos, estos últimos que me veían en ocasiones en temas de ballet y se burlaban de mí. De tal manera que los invité y se llevaron la sorpresa cuando me vieron como protagonista en el escenario del Teatro Colón de Bogotá. Todos se quedaron de una sola pieza y es cuando les conté que llevaba un año estudiando y trabajando en la Academia de Raquel Ércole”.

En el trabajo como primer bailarín, coreógrafo y maestro en la Academia de Raquel Ércole, viajó por sur, centro y norte América.

El proceso de formación en Bogotá lo complementó el maestro Garzón en la Academia de Ana Consuelo Gómez, coreógrafa y directora de la academia y compañía de Ballet Ana Pavlova. “Con ella duré seis años y también fui bailarín”.

El maestro Humberto Garzón cumplió 50 años vinculado con su danza al Huila.

Llega al Huila

Tras desvincularse de la academia de Consuelo Gómez, en cierta ocasión, Humberto Garzón vio un promocional del San Pedro con el grupo de danzas de Inés García de Durán. “Todavía tenía mucho vínculo con Raquel, eso fue en el año 74”, recordó.

“Me gustaría dirigir un grupo de danzas como ese”, le comentó a Lisardo Díaz. “¿En serio?”, respondió Lizardo, y a los tres días le dio el número de teléfono de Benhur Sánchez Suárez, el director del Instituto Huilense de Cultura y Turismo. Necesitaban un director.

“Benhur me puso en conocimiento de la escuela y me dijo cuánto me iba a ganar. Hablé con él a mitad de semana y el domingo siguiente ya estaba aquí en Neiva, en la plaza de San Pedro, con todas mis maletas. Eso fue exactamente el primero de septiembre de 1974, hace 50 años”, recordó.

Lo que más le costó fue el clima, por lo que cada ocho días viajaba a Bogotá para visitar a su familia. Así pasó un tiempo hasta que se fue acomodando. Poco a poco, surgieron varias oportunidades: lo llamaron del Colegio La Presentación para trabajar como docente, de la Universidad Surcolombiana para formar el grupo de danzas, y también del INEM. De esta manera, los conocimientos que trajo se fueron expandiendo. “Traje mucha técnica de baile que no había aquí”, comentó.

“Me costó bastante trabajo arrancar con lo clásico, con el ballet. Me tocó iniciar con los grupos folclóricos, sobre todo porque aquí estaban acostumbrados a manejar los grupos folclóricos de manera muy empírica”, explicó.

Un problema que se ha identificado es que algunos alumnos muy aventajados se independizan rápidamente y forman sus propios grupos, con el objetivo de obtener contratos y ganar dinero, especialmente durante las fiestas. “Pero no hay escuela, no hacen escuela”, advirtió.

“Hay excepciones como la de Diana Paola Moreno, con quien estamos trabajando actualmente”, añadió. “Por eso veo la danza folclórica estancada, todo es exactamente lo mismo, tenemos la misma visión, no hay cambios. Muchas veces me llaman, pero son talleres que duran 8 o 15 días y les digo que pongan en práctica todo lo que les enseño”.

 

El momento actual

Sobre su actualidad, el maestro Humberto aseguró: “Gracias a Dios estoy pensionado en este momento y desde que Diana Paola abrió la academia estoy vinculado, estoy dictando clases y haciendo montajes sobre todo para las niñas más aventajadas más avanzadas”.

No me quiero ir sin preguntarle al maestro por una anécdota, la primera que se le viniera a su cabeza. Y narró que para un San Pedro montó una coreografía de dos temas de José Miller Trujillo y sumó el Sanjuanero Huilense, con música estilizada y con pasos de ballet. “Unos cuantos se me vinieron encima y me dijeron, está prostituyendo el Sanjuanero”.

Más adelante ha habido intentos como el de Guillermo Narváez, profesor de danza que montó, el Sanjuanero clásico. “Ahora todos quieren meterle danza clásica, pero no lo aprenden, no la estudian”, reflexionó, el maestro.

Para despedirse, el maestro Garzón expresó: “En este momento, le doy gracias a Diana Paola porque me da la oportunidad de seguir con la danza clásica, que es mi vida es parte de mi vida y lo haré hasta que mi cabeza funcione, mientras tanto, ahí estoy dándole con la danza clásica y donde quiera que me llamen ahí estoy. Que me recuerden por el conocimiento que les dejé aquí a este gran pueblo que me acogió y estoy muy agradecido, todos los días, le doy gracias a Dios por haberme traído para acá para el Huila”.

El maestro con Diana Paola Moreno de la Academia Ballerine.

¿Quién es el maestro Humberto Garzón?

Nacido en Bogotá el 29 de julio de 1943, se diplomó en ballet clásico y danza folclórica. Estudió durante 8 años en la academia de Raquel Ércole con el profesor Roberto Trincheros del Teatro Colón de Buenos Aires.

Alternaba sus estudios de danza clásica con la folclórica y posteriormente fue primer bailarín, profesor y coreógrafo de esta escuela, viajando por sur y Centroamérica, destacando el folclor colombiano.

Luego se unió al Ballet Clásico Colombiano, donde estudió 8 años con Henry Danton del Royal Ballet de Londres y 4 años más con Zulami Meseret del Teatro Bolshói de Moscú. Simultáneamente, fue bailarín solista y profesor. También enseñó y bailó en las academias de Jaime Orozco y Sonia Osorio.

En 1974, asumió la dirección de la escuela de danza del Instituto Huilense de Cultura, donde trabajó 15 años. Formó el grupo de planta que representó al Huila en festivales folclóricos en Manizales, Bogotá, Ibagué, Villavicencio y Florencia, promoviendo el folclor huilense.

Fue director del grupo de danzas de la Universidad Surcolombiana y profesor en entidades como Cafandina, Utrahuilca, el Liceo del Batallón Tenerife y el Jardín Infantil Nacional. Además, dirigió y coreografió el grupo de proyección folclórica Río Neiva durante 10 años, participando en festivales como el Reinado Nacional del Bambuco, el Festival Folclórico de Florencia, la Feria de Manizales y el Primer Encuentro Folclórico de Pereira.

 

 

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