Después de un año de meticulosa preparación, guerrilleros de las antiguas Farc, secuestraron en pleno vuelo, hace 19 años, al jefe liberal, Jorge Eduardo Géchem. El plagio marcó la ruptura del proceso de paz, iniciado por Andrés Pastrana.
RICARDO AREIZA
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Como una corazonada, el senador Jorge Eduardo Géchem, cambió a última hora su plan de vuelo, advertido sobre el secuestro que se estaba planeando.
Su secretaria de toda la vida, Luz Marina Rujana, recibió en secreto varias instrucciones, que nadie más podía conocer, ni siquiera su familia.
El congresista liberal decidió que no viajaría el martes, como lo hacía todas las semanas, sino el miércoles 20 de febrero. Además, decidió que no viajaría en el primer vuelo, sino en el segundo, programado para las 8:40 de la mañana.
Por seguridad el tiquete fue registrado a nombre de su conductor. Pero el ‘check in’ secreto, de nada le sirvió.
Mientras tanto, en Bogotá, el presidente Andrés Pastrana se preparaba para anunciarle al país una tregua con las Farc, como el preludio de una negociación política, en medio del conflicto, que se había acordado en San Vicente del Caguán (Caquetá).
El ministro de Justicia, Rómulo González Trujillo confirmó que la tregua, con cese del fuego, comenzaría el 7 de abril de 2002.
El ministro huilense, el hombre más cercano confidente del Jefe del Estado, anunciaba por radio el comienzo de unas negociaciones con cese de hostilidades.
En la Casa de Nariño, el comisionado de Paz, Camilo Gómez Alzate, testigo clave de los acercamientos con la guerrilla desde la campaña política, tenía lista su alocución con los detalles y el esquema de verificación del cese de hostilidades.
Géchem, presidente de la Comisión de Paz del Senado, consideraba que la tregua le bajaría intensidad a la escalada guerrillera que se había redoblado en varias regiones del país.
Sin saber que esa posibilidad quedaría en el limbo, Géchem abordó el vuelo 8091 de la empresa de Aeronavegación Regional (Aires).
Once minutos después del anuncio presidencial, a las 8:41 de la mañana, el avión comercial decoló normalmente del aeropuerto “Benito Salas” de Neiva. Nunca llegó a su destino.
La aeronave, un Desh the Havilland 8.300 de fabricación canadiense con matrícula HK3951X, procedente de Florencia (Caquetá) fue secuestrada en pleno vuelo por guerrilleros de la columna Teófilo Forero de las antiguas Farc.
Como un mal presagio, el 8 de septiembre de 2000, la misma aeronave había sido secuestrada por el guerrillero Arnobio Ramos con 22 pasajeros.
Presentimiento
Solo después del secuestro en pleno vuelo, el senador huilense, entendió las razones del presentimiento que lo obligaron a cambiar la hora y el día del vuelo.
Horas antes se reunió con Ramiro Charry Durán, a quien le expresó su solidaridad por la liberación de su madre, María Fernanda Durán de Charry, quien permanecía hospitalizada por las secuelas de su prolongado cautiverio.
Géchem grabó con su voz un mensaje que sería utilizado como propaganda radial y dejó escritas a mano todas las instrucciones y reuniones programadas en los siguientes ocho días en los que estaría ausente.
Por la noche se reunió en su apartamento con su equipo de campaña. Estaban el abogado Diógenes Plata, su jefe de debate; Miguel Hernández Serrato, director de la campaña y el ex concejal Luis Humberto Villarruel, tercer renglón en la lista de Senado.
A Diógenes le programó varias reuniones y le dio varios nombres de dirigentes a los que debía visitar. Lo mismo ocurrió con Villarruel. A Miguel Hernández, su asesor de cabecera, le recomendó un documento que debía presentar una semana después en un foro económico, organizado por la Cámara de Comercio.
El miércoles, antes de abordar el segundo vuelo como había sido convenido en total sigilo, se reunió con algunos candidatos y saludó a varias personas que estaban en el terminal aéreo. Entre ellos, estaba el concejal Gorky Muñoz Calderón.
Las advertencias
Él sábado 16 de febrero, luego de asistir a un desayuno de trabajo con agrónomos del Huila, el senador Géchem recibió la primera noticia. La columna Teófilo Forero, había ordenado su secuestro. La noticia se la transmitió su guardaespaldas. No era la primera advertencia.
El alcalde de Tello Farid Gómez Rubiano también lo previno. “Jefe, cuidado. Las Farc se lo quieren llevar”, le advirtió.
Según el mandatario, un comandante de la guerrilla había anunciado a campesinos de la zona que Géchem figuraba en la lista. “Si es necesario, del cielo lo bajamos”, comentó el jefe subversivo ‘Jerónimo Galeano’.
En Bogotá también le habían comentado los rumores. “Cuídese que ‘Jerónimo’ se lo quiere llevar”, le advirtieron dos cercanas amigas, quienes habían sufrido en carne propia el secuestro de su progenitora.
Pero esta vez, las amenazas eran más precisas. El plagio debía realizarse al mediodía en el municipio de Rivera, durante una de las reuniones políticas. O en su defecto, se haría por la noche en Campoalegre.
La reunión en Rivera se realizó incluso con dirigentes de oposición. La gira por Campoalegre fue cancelada.
Las medidas de seguridad fueron reforzadas en el condominio donde vivía. El lunes su familia se enteró de las amenazas.
La misma preocupación se la transmitió a Nury Gómez, su secretaria privada en Bogotá.
“Yo sé que Dios la escucha, jefa. No deje de pedir por mí”, le recomendó el congresista.
Hora crucial
Géchem llegó sobre la hora al aeropuerto ‘Benito Salas’ para abordar el segundo vuelo. El concejal Gorky Muñoz Calderón, actual alcalde de Neiva, lo despidió en el aeropuerto.
“Fui el último en llegar a la sala de espera y el último en abordar”, recordó Géchem.
Sin embargo, notó que otras personas que debían viajar en el primer vuelo, también habían renovado sus tiquetes.
Sin saberlo, cuatro guerrilleros, vestidos de civil, habían cambiado a última hora sus reservas. Entre ellos estaba Robinson Matiz Cubides y Sandra Milena Alsina Cañizares, alias ‘Yurani’, quien lo llamó por su nombre y lo saludó amigablemente. La mujer, quien lucía una falda negra, lo acompañó hasta el avión.
El dirigente liberal tomó una de las últimas sillas. El puesto lo compartió con el ex alcalde de Algeciras Álvaro Macías, quien se ubicó por sugerencia de Géchem al lado de la ventana. La mujer que lo saludó se ubicó en la silla trasera.
El dirigente liberal leía en LA NACIÓN las últimas noticias, entre ellas, la entrevista a María Fernanda Durán, recién liberada.
Una bomba
Minutos después del decolaje, uno de los guerrilleros se dirigió hacia la cabina empuñando una pistola mientras el otro le apuntaba a los pasajeros. “Nadie se mueva. Somos de la Teófilo Forero, al que se mueva lo fumigamos”, les gritó.
“Tranquilo, tranquilo, cálmese”, le respondió la capitana Dorian Ospina Ramírez, quien operaba la aeronave.
“Los dos guerrilleros eran relativamente jóvenes, como las dos mujeres que los acompañaban. Los tipos tenían unas pistolas muy pequeñitas. Todos estaban nerviosos”, recordó Macías.
El avión sobrevoló la represa de Betania y sorpresivamente cambió de rumbo. Todos los pasajeros se percataron de la maniobra.
Sorprendido el operador de la torre de control confirmó que el avión había tomado un rumbo inusual. Desesperado preguntaba por esa maniobra no prevista. Nadie le respondió.
“¡Aterrice, aterrice, llevamos una bomba!, le ordenó uno de los guerrilleros.
La carretera estaba despejada. Días antes, los árboles habían sido talados. Incluso las vías alternas habían sido reparadas con maquinaria oficial.
En el sitio escogido había llantas encendidas como señales. Otro comando subversivo dinamitó el puente ‘Argelino Durán Quintero’, sobre el río Neiva, para evitar una persecución militar.
Otro grupo armado, retuvo varios vehículos particulares. En una de esas camionetas, viajaba el entonces diputado Carlos Julio González, quien se desplazaba hacia La Plata.
Aterrizaje
“No habíamos levantado el tren de aterrizaje cuando dos guerrilleros sometieron a la comandante del avión”, relató Nelson Chacón, gerente de un almacén de cadena. “Todo fue muy rápido”, dijo.
“En minutos llegamos a Hobo. Todos permanecíamos mudos. Los tipos, como nosotros, estaban supremamente nerviosos. Todos estábamos petrificados del miedo”, relató el alcalde de Algeciras, Álvaro Macías.
“Luego sentí el cimbronazo”, recordó Géchem.
La capitana Dorian Ospina, había sido obligada a aterrizar en plena carretera central como había sido planeado un año atrás, según lo confesó un guerrillero desmovilizado.
-¡Salgan rápido, rápido, rápido!, gritaba uno de los guerrilleros que salía de la aeronave.
Todos los pasajeros, entre ellos un militar retirado, comenzaron a descender.
Géchem llevaba dos carpetas con la agenda política y documentos que le había entregado Miguel Hernández para un foro económico. Luego tomó su maleta, y se dirigió hacia el guerrillero que le apuntaba con una pistola.
-“No se me quede doctor, estese tranquilo, que por usted fue que vinimos”, le dijo el insurgente.
Luego lo tomaron del brazo, lo ayudaron a bajar las escalerillas y lo obligaron a abordar unas de las camionetas particulares que hacían parte de la caravana de González Villa. Los vehículos salieron raudos hacia la zona de distensión. Su cautiverio se prolongó durante seis años. Fue liberado el 28 de febrero de 2008.
‘Operación muerte’
A las 9:15 de la mañana el secretario General de Presidencia, Gabriel Mesa, le entregó a Pastrana el primer reporte. Hubo revuelo en la Casa de Nariño.
-¿Tenemos alguna duda de que fueron las Farc? , preguntó el Jefe del Estado.
“No, señor Presidente”, respondió el general Fernando Tapias, comandante de las Fuerzas Militares.
Después del mediodía, Pastrana ya había tomado una decisión.
Por la noche, el presidente Pastrana no anunció la tregua, como estaba calculado, sino la ruptura del proceso de paz. “Manuel Marulanda. Yo le di mi palabra, siempre la cumplí, pero usted me ha asaltado en mi buena fe, y no sólo a mí sino a todos los colombianos”, anunció Pastrana.
“Desde el primer momento usted dejó vacía la silla del diálogo cuando yo estuve ahí, custodiado por sus propios hombres, listo para hablar”, declaró el Jefe del Estado en un mensaje por radio y televisión.
“Usted ha convertido la zona de distensión en una guarida de secuestradores, en un laboratorio de drogas ilícitas, en un depósito de armas, dinamita y carros robados”, le espetó. “Se dijo que fui ingenuo, que estaba sordo, ciego, mudo ante la violencia. Pero no. Todo lo que hice fue con el único propósito de evitar que se siguiera derramando sangre”.
Tres horas después, los aviones OV-10, con la última tecnología comenzaron a sobrevolar la zona de distensión.
Ocho mil hombres de las fuerzas especiales, con una treintena de aviones y una flotilla de helicópteros, partieron hacia el Caguán a bombardear 200 sitios estratégicos de la guerrilla que había frustrado una vez más, las posibilidades de negociar la paz.
La ‘Operación Tánatos’, que significa muerte, había comenzado. La paz, fue la primera víctima.