A sabiendas de que no le ha ido nada bien en las negociaciones de paz con la guerrilla del Eln y las disidencias de las Farc, el Gobierno de Gustavo Petro, bajo su política de ‘Paz total’, ha emprendido ahora diálogos de reconciliación con otros dos grupos ilegalmente armados que delinquen en el país: el ‘Clan del Golfo’ y las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada de Santa Marta, ambos de origen paramilitar.
Sorprende que de entrada a estas negociaciones el abogado Ricardo Giraldo, representante del ‘Clan del Golfo’, descarte el sometimiento y entrega de armas por parte de esta banda criminal: “El Clan del Golfo no lo ve como una posibilidad. Yo he dicho que el sometimiento no sirve para nada”.
Vale la pena indicar que tanto el ‘Clan del Golfo’ –que ahora quiere que se le llame Ejército Gaitanista de Colombia— como las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada son organizaciones criminales poderosas que se han disputado el dominio del norte de Colombia. Los habitantes del Caribe colombiano saben de sobra que estos grupos representan violencia, extorsiones y narcotráfico.
Ojalá, el Gobierno Petro no olvide con quiénes se van a sentar a negociar y establezca diques a esos acercamientos que, en últimas, deben tener como propósito el sometimiento judicial, la entrega de armas, la colaboración con la justicia y la desaparición de estos grupos criminales.
Es de conocimiento público que al Gobierno Petro no le ha ido bien negociando con las organizaciones ilegales. Dos años después, los diálogos con la guerrilla del Eln están estancados, a pesar de que prometió que en tres meses de mandato este grupo se acabaría. Por su parte, las conversaciones con las disidencias de las Farc terminaron ‘oxigenándolas’ y permitieron que se consolidaran en regiones como el Huila.
Por el bien de los colombianos, no convienen negociaciones de paz sin reglas, ni tiempos definidos.