Hemos dicho muchas veces que la mejor manera que tiene Petro para describirse a sí mismo es cuando califica, con el odio que lo caracteriza, a sus oponentes. He aquí la clave para entender la verdadera personalidad del hombre del desgobierno.
Hace pocas horas, ha vuelto a decir que la prensa miente hasta convertir la mentira en una verdad. Pero, cualquier ciudadano sensato y honesto intelectualmente sabe de sobra, que quien ha utilizado la mentira como instrumento predilecto es el mismo Gustavo Petro, mitómano de mitómanos. He aquí tres de sus más emblemáticas mentiras.
La mentira original de Petro es que él representa la “paz” y que puede señalar a todos a quienes no lo idolatran como mafiosos. Viniendo de las filas de la guerrilla, lo que menos puede definir a Petro (y a cualquier otro guerrillero y/o paramilitar) es que sea un hombre de paz y menos que resulte ajeno al poder oscuro del narcotráfico; pues, la guerrilla de la que tan orgulloso se siente, estuvo al servicio de los intereses personales de Pablo Escobar y del Cartel de Medellín. Dos millones de dólares, de la época, y armas de los sandinistas para atacar al Palacio de Justicia dejan, ante la historia, al M-19 muy lejos de ser una organización pacífica y libre del influjo de la mafia.
Otra mentira ha sido vender al hombre del M-19 como un gran intelectual y estadista. Los mensajes que constantemente escribe en su cuenta de “X” desmienten de suyo este ejercicio propagandístico ¡Ni qué decir de sus mítines! En cuanto a su liderazgo para los asuntos de gobierno, él mismo ha dicho que le aburre el poder. Lo cual refuta abiertamente la mentira de un Petro con estatura de estadista-intelectual como sí lo fueron Marco Fidel Suárez o Alberto Lleras. Ese aburrimiento explica su estilo zafio y el desdén que siente por las formas democráticas.
La gran mentira fue explicada en esta tribuna hace dos semanas. Consiste en hacer creer a los colombianos que Petro goza de una popularidad altísima que por sí sola justificaría una reelección aun cuando la carta política no contempla esa figura. Seguramente, el grito “Fuera Petro” en los estadios es una invención mediática equiparable con lo que marcan las encuestas.
El problema político de la mentira es que corroe lentamente la opinión pública, socava la democracia y abre la puerta a la tentación autoritaria. Y esto es precisamente lo que Petro está buscando con su sarta de mentiras y dislates.
Desde el 07 de agosto de 2022, comenzó a decir que lo querían derrocar a través de un golpe blando que, según él, ya va en golpe de Estado e intento de asesinato. A Petro poco, o nada, se le oye hablar de temas de gobierno y para encubrir su ineptitud encuentra en estos temas, el espacio adecuado para su supervivencia y un insumo más para sus fanáticos aduladores.
Cuando Petro repite que la prensa miente, implícitamente está afirmando que él es quien miente. Cuando repite que le quieren dar un golpe de Estado, se pone en evidencia que es él quien viene buscando los múltiples caminos para golpear la institucionalidad. Cuando repite que el pueblo debe salir a defenderlo solo refleja que él es quien está incitando a la violencia. En su discurso sedicioso siempre habla de rebelión y muerte (nunca de “Colombia, potencia mundial de vida”) lo que lo ha llevado irresponsablemente a concluir que el Estado colombiano, que él representa por mandato popular, es un Estado asesino.