El calor intenso que sufrimos en estos días proyecta imaginarios que circulan entre la fe católica y la ciencia. En redes sociales publican rogativas para que llueva.
Olmedo Polanco
La escoba conduce hasta el recogedor un polvo fino y arisco. La nariz registra la consecuente alergia respiratoria. Anoche amagó la lluvia en Neiva. El viento alebrestó las ramas de los árboles. Parecía como si el demonio hubiera pasado por las calles. La ventisca en el norte de la ciudad dejó en las residencias hojas tostadas por el intenso sol y pavesas del incendio que en la última semana tiene en jaque al municipio de Palermo.
En el horizonte nocturno arden los filos de la Cordillera Central; parecen crestas de animales mitológicos. Los periódicos locales aseguran que el Huila ha perdido más de 6.500 hectáreas de vegetación a causa de los incendios. La prensa titula en primera página para que el Dios de los católicos tenga consideración. Afirma el diario conservador (ideología) que las llamas infernales han consumido 2.800 hectáreas de bosque seco tropical.
El calor abrasador de los días recientes ha estado en boca y a flor de piel de los habitantes. Las sensaciones térmicas registradas en las aplicaciones móviles, con relación al clima, oscilan entre los 38 y 40 grados celsius. El IDEAM ha alertado sobre amenazas de incendios de la cobertura vegetal en 27 de los 37 municipios que configuran el Departamento. Según la entidad oficial: “La información implica vigilancia continua, ya que las condiciones son propicias para el desarrollo del fenómeno” (instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales. Boletín No. 256. 12 de septiembre de 2024).
Españoles sudando la Colonia
Recientemente he conversado con el profesor Pedro Tulio Marín Silva, historiador de la Universidad Nacional de Colombia. Nos convoca una crónica sobre los territorios que hoy conocemos como Tolima y Huila. A propósito, trabajamos un documento del periodo colonial (1711). (Sevilla – España. Archivo General de Indias. Noticias de la Provincia de Neiva intermedia a la de Popayán y Mariquita. Nuevo Reino de Granada. Sección/Unidad instalación (legajo). CUBA, 897. Folios 152 a 156 V.). “¡Qué belleza de documento!, contiene aspectos de historia, etnografía, sociología, economía y geografía“, me ha manifestado el profesor Pedro Tulio.
En efecto, la crónica de tiempo colonial describe el clima así: “…territorios de esa villa como de Neiva, cuyos temperamentos son iguales en todo y de escesivo (sic) calor,…”. Esta descripción del ambiente refiere la geografía que, “Así mismo se allan (sic) situados dentro de los términos de la misma villa los dos famosos pueblos de la Coyaima y Natagaima que se manejan con un corregidor de naturales que cobra sus tributos, los que pagan en oro en polvo, (…) es generado (…) en los territorios de esa villa…”
El documento también menciona algunas circunscripciones con mejores condiciones climáticas: “…y solo gozan de fresco aquellos pueblos que en una (…) se hallan situados en la serranía, y gozan este beneficio en Neiva los pueblos de Nataga, Iquira, el Retiro, los organos (sic) y San Antonio de Fortalecillas, y en la villa (…) Parroquia de los Dolores y la Alpujarra,…”. Es más, menciona la producción agrícola, aunque no ofrece detalles: “…y tanto en esta como en aquellos dan los frutos y verduras de tierra fría…”. Sin embargo, a los colonizadores venidos de la Península Ibérica les impactaba más el insoportable calor: “…pero en todo lo (…) de estas tierras supera tanto el calor que a veces se hace insufrible…”
Las enfermedades en clima caliente
“…es muy generado como en el de la villa la epidemia de la lepra (…), como tambien (sic) la de los cotos. Entre los peligros, “…abunda un insecto (…) muy sutil (…) su color en rojo y negro que llaman Coya, este si llega a pegarse en alguna parte del cuerpo de las que estan (…) de vello y por casualidad se estrega introduce un veneno tan mortal y contra el que hasta aqui pocas contras se han descubierto…”
“Así mismo abundan las culebras y viboras (sic) de toda especie y con particularidades las que llaman cascabeles porque en el extremo de el (sic) rabo tienen unas (…) a especie de ella, y con el mismo sonido…”
El archivo documental también expone elementos de jurisdicción católica. De mucha importancia, porque aparece Guagua, hoy conocido como municipio de Palermo: “Hasta aquí se han erigido cuatro parroquias tituladas los Dolores de Aipe, Santa Rosalia de Guagua, Santa Ana de Yaguara y Santa Catalina de Carnicerías, y sus propios curas…” …esta ultima, parte terminos con la ciudad de la Plata, y por consiguiente con el Obispado de Popayan, siendo aquellos los rios de Paez, y el Negro”.
Con relación al término ‘Guagua’, Pedro José Ramírez Sendoya, considera abundante en Huila el prefijo ‘gua’. Ejemplos: Guacacallo, Guachicos, Guandinosa, Guarapas, Guasimilla, Guacamaya, Guacirco, Guácharos, Guagua, Guanacas, Guarumo, Guayabero, Gualanday, Gualí.(Diccionario indio del Gran Tolima. Estudio Lingüístico y Etnográfico sobre dos mil palabras indígenas del Huila y del Tolima. Bogotá, Editorial Minerva Ltda. 1952). Ramírez Sendoya, precisa lo siguiente: Etimología de lengua Chibcha de Gua = pez. Guagua: Zoología: Coelogenis Paca. Etimología Quechua, Huahua = hijo (Tschudi. 302). Chibcha, Guasgua = muchacho. Véase, Borugo. (Op. Cit. Bogotá, 3 de diciembre de 1952. Página 92).
¿Corren buenos vientos?
Aunque la feligresía considere que la fe mueve montañas, la ciencia asegura otra cosa. “El clima colombiano está determinado principalmente por el enfriamiento de los alisios de ambos hemisferios”. Además, “Dada su situación intertropical, sobre el país se mueve la zona de convergencia intertropical, el frente de encuentro de los dos tipos de vientos se desplaza a lo largo del año y determinará los regímenes pluviométricos” (Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Artes. Departamento de Planificación Urbana. Proyecto Betania. Diagnóstico de impacto ambiental. Febrero de 1985. Página 17).
El municipio de Palermo, fundado en 1782, colinda con el embalse de Betania. De acuerdo con la clasificación de pisos térmicos, la mayor parte de su área (506 kilómetros cuadrados, de 655), está ubicada en el clima cálido. “La riqueza hídrica está agotándose a pasos agigantados”, advierte la autoridad ambiental. “Por el mal manejo de los suelos y el inadecuado uso del recurso” (Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena – CAM. Palermo. Esquema de ordenamiento territorial. Pág. 21).
Con relación a los vientos, el Huila se beneficia de tres corrientes. La corriente del sur que proviene de los vientos alisios ecuatoriales y penetra la depresión de la Ceja ocasionando fuertes lluvias sobre el Macizo y las cordilleras. Se inicia a mediados del 20 de junio de cada año. La corriente del norte que se origina del valle medio del Magdalena y ocasiona las lluvias al norte. Se presenta a mediados de septiembre y principios de octubre. Finalmente, la corriente del occidente que penetra por entre los Coconucos y el Nevado del Huila y apenas llega a las estribaciones del Nevado. (Op. Cit. Universidad Nacional de Colombia. Pág. 28).
Los efectos sobre el medio atmosférico
El estudio realizado por la Universidad Nacional de Colombia consideró algunos impactos sobre el clima en el entorno del proyecto hidroeléctrico de Betania. Son ellos: aumento en la humedad relativa, disminución de las precipitaciones y mayor velocidad de los vientos sobre el embalse. “Los efectos descritos involucran un área alrededor del embalse que podría ser cuatro veces el área del mismo (…) cambios en la precipitación y humedad ambiente podría forzar cambios en los hábitos agrícolas”. En síntesis, la desoxigenación del agua en lo que los científicos llaman ‘hipolimnio’ del embalse, provocará: “A la salida del embalse presentará contaminación atmosférica local. El río Magdalena abajo tendrá problemas por la desoxigenación del agua”.
Asuntos de salud pública
“La creación del embalse propicia la proliferación de vectores acuáticos de enfermedades que encuentran en él un hábitat propicio”, afirma el estudio adelantado por la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia. “En el primer caso la enfermedad más probable sería el paludismo, del cual se reportan periódicamente casos en la zona por cuanto su presencia se propicia por los extensos cultivos de arroz”. El diagnóstico considera “Más grave, aunque por el momento improbable, es la esquistosomiasis, endemia vinculada a cambios ambientales…”
Desde 1983, el Gobierno Nacional publicó un estudio de prefactibilidad que incluye proyectos hidroeléctricos en El Quimbo, Pericongo, Oporapa y Guarapas. (Instituto Colombiano de Energía Eléctrica. Electrificadora del Huila S.A. Aprovechamientos hidroeléctricos del Alto Magdalena. Estudio financiado por el Fondo Nacional de Proyectos de Desarrollo – FONADE. Bogotá, marzo de 1983).
Al final de la tarde calurosa de ayer viernes he conversado con el profesor Miller Armín Dussán Calderon, líder ambiental. “La hidroeléctrica de El Quimbo inundó 8.586 hectáreas, 5.300 en producción; de seis municipios del Huila. De las hectáreas referidas, el 95% hacen parte de la Reserva forestal protectora de la Amazonia y del Macizo Colombiano”, menciona. “La obra impactó negativamente 842 hectáreas de bosque ripario y tropical seco; además, poblaciones de peces que son básicos para la seguridad alimentaria, 103 especies de aves, 13 especies de reptiles y tres especies de mamíferos en severo peligro”, reclama con ahínco el profesor Dussán.
Entretanto, el sacerdote Jhon Alejandro Perdomo, adscrito a la parroquia San Judas Tadeo, en Neiva, está convocando a una plegaria por la lluvia. “El Señor nos ha creado con infinito amor y nos ha confiado para que seamos administradores y jardineros de esta hermosa creación”, pregona. “No nos ha enviado para que nosotros la explotemos, sino para que aprendamos a convivir con ella siendo verdaderamente hermanos con la naturaleza misma”, reclama el religioso.