La tercera legislatura podría ser la última oportunidad para que el gobierno avance en sus reformas. A un mes del inicio de sesiones, todavía no se han aprobado proyectos relevantes para el gobierno, pero ya se comienzan a ambientar en el Congreso. La campaña presidencial está a la vuelta de la esquina y el costo político de lograr apoyos será más alto. Se anticipa una legislatura llena de matices, con las turbulencias que causa el escándalo de corrupción en la UNGRD, el tiempo en contra, y la necesidad de concertar y de priorizar unos proyectos sobre otros.
Al cierre de la pasada legislatura, seis proyectos gubernamentales lograron superar el primer debate y evitar el archivo: la reforma laboral, el impuesto predial, la capitalización de las Salinas de Manaure, la creación de Ecominerales, el aseguramiento del agua potable en La Guajira y el uso de la infraestructura de datos del Estado.
Sin embargo, un nuevo conjunto de iniciativas está en camino: la reforma a la salud 2.0, la definición de competencias de la jurisdicción agraria y rural, la reforma a la ley de servicios públicos, y el plan de reactivación económica propuesto por el Ministerio de Hacienda.
El gobierno tiene en mente un ambicioso paquete de proyectos y cuenta con poco tiempo para aprobarlos e implementarlos. Aunque Juan Fernando Cristo está revitalizando la conversación con los sectores políticos y desactivando los debates sobre un fast track o una constituyente, el gobierno enfrenta una carrera contra el reloj y la necesidad de moderar sus propuestas.
Este gobierno ha tenido dificultades para construir las mayorías necesarias en el Congreso. En dos años, ha logrado aprobar un tercio de los proyectos que ha presentado, mientras que los tres gobiernos anteriores, en sus dos primeros años, aprobaron el doble de propuestas.
A pesar de esto, el gobierno sigue manteniendo aliados en los partidos tradicionales, que se alinean con él por afinidad ideológica o por el control de burocracia. La llegada de Cristo fortalece este enfoque, pero también busca encontrar formas de concertar las reformas, lo que podría llevar a su moderación.
La coyuntura económica ya está comenzando a impactar al gobierno, ocupando un lugar central en la conversación. En respuesta, se están organizando foros de reactivación económica, y para el Congreso, el ministro de Hacienda prepara un paquete de proyectos destinados a impulsar la reactivación. Este paquete incluye el presupuesto, ya radicado, además de una reforma tributaria y una ley de inversiones forzosas para el sector financiero, textos en los que Hacienda ya está trabajando.
Todo indica que el gobierno priorizará sus reformas sociales, con la reforma laboral como foco. Aunque cuenta con ponencias favorables y negativas, la aprobación dependerá de su alineación con la agenda de reactivación económica. Este debate, que tomará gran parte de la agenda legislativa en la recta final de 2024, también podría influir en la reforma laboral, destacando la necesidad de integrar ambas agendas para avanzar en los objetivos del gobierno. La tercera legislatura será crucial, ya que podría ser la última oportunidad para concretar estos cambios.