La cultura ciudadana y el respeto por el otro son pilares fundamentales para la evolución de cualquier sociedad. Pero en nuestra tierrita que tanto amamos, ninguno de los dos es prioridad. En una encuesta que realicé hace 6 años en Neiva, el 53% de los encuestados quería que se realizaran campañas de cultura ciudadana. En otras palabras, los neivanos al menos somos conscientes de la necesidad de cambiar la forma en que nos relacionamos socialmente. Pero como los políticos piensan, equivocadamente, que esto no da réditos electorales, púes nadie ha planteado campañas serias, y articuladas, que ayuden al respecto. Olvidan al exalcalde de Bogotá, Antanas Mockus. A él se le recuerda como gran gobernarte, entre otras cosas, gracias a que fue referente en ese tema. Es más, se le admira por eso.
Mientras tanto el irrespeto es la base de nuestras relaciones. Acá el madrazo acompañado del insulto es la forma en que se dirimen conflictos. Si usted por error se cambia de carril al conducir, poniendo en riesgo a un motociclista y le pide perdón, le responden con el típico ‘HP’ y una seguidilla de grosería. Por poner otro ejemplo, en los supermercados la gente hace fila y al momento de pagar pocos se preocupan por no demorarse en hacerlo, para agilizar la fila y por respeto a quienes esperan, por el contrario, se demoran más, incluso he visto casos, en que, al momento de pagar, el personaje recuerda un producto que se le olvido y se va a buscarlo. ¡¡Dios!!, y ni siquiera se disculpan con la gente que esta esperando. Esto por dar solo dos ejemplos. Si me pongo a relacionar más, el espacio no me alcanza.
La cultura ciudadana, no se limita a obedecer leyes y normas, que a decir verdad tampoco obedecemos. Implica garantizar el respeto por el otro. Nos invita a entender que un ciudadano no solo tiene derechos, sino también responsabilidades al momento de convivir en sociedad. Es más, la promoción de una cultura de respeto, en nuestra región nos permitiría avanzar hacia un futuro más próspero y estable. Mientras que el irrespeto en el que convivimos genera el efecto contrario.
El filósofo y sociólogo polaco Zygmunt Bauman, asegura que el respeto es un valor esencial para superar los desafíos de las sociedades modernas y evolucionar hacia un futuro más inclusivo. Pero nuestros dirigentes no lo entienden y nos dejan al vaivén del despelote y el desorden que genera esta cultura de irrespeto en que estamos sumidos.