Durante su discurso en la denominada “Marcha por las Canas”, el presidente Petro hizo una fuerte afirmación, al aseverar que el ser humano no debe estar condicionado a pasar toda su vida al servicio de labores remuneradas. Seguidamente lanzó al aire su propuesta sobre la necesidad de bajar la edad para pensionarse.
Esta idea, que va en contra de la tendencia mundial de aumentar la edad de jubilación, generó fuertes reacciones en varios sectores políticos y económicos sobre su viabilidad.
Haciendo un análisis sereno, sería un gran ideal que el ser humano trabajara menos horas semanales y pudiera pensionarse a una edad inferior a la establecida en los diferentes sistemas.
El trabajo dignifica y desarrolla las capacidades humanas, pero no debería ser el fin último de la existencia. El trabajo es un medio para satisfacer las necesidades básicas y alcanzar metas personales, pero también un fin que permita a las personas desarrollarse y contribuir con la construcción de una mejor sociedad.
En teoría, sería posible llevar a cabo una reforma que reduzca la edad de pensión, pero esto implicaría una serie de riesgos y consecuencias, tanto financieras como sociales, que deben considerarse con mucho cuidado.
En Colombia, la edad de pensión está establecida en el régimen de Prima Media en 62 años para los hombres y 57 años para las mujeres. Bajar estos topes ante desafíos estructurales del sistema de seguridad social, tales como el envejecimiento de la población, la alta informalidad laboral y el aumento del déficit fiscal implicaría un grave riesgo.
De otra parte, la viabilidad de disminuir la edad de pensión dependería de varios factores como la sostenibilidad fiscal del país, el crecimiento económico a unos niveles óptimos, la tasa de natalidad y la cobertura del sistema, entre otros.
Aunque la idea de reducir la edad de pensión puede parecer atractiva es completamente inviable en las condiciones actuales. El presidente debería analizar mejor este tipo de propuestas antes de formularlas para no generar falsas ilusiones y desviar la atención del país de los verdaderos problemas nacionales.