La justicia social viene recibiendo una paliza brutal. Pues, Jake Peacock y Nick Newell, luchadores profesionales, el primero de ONE Championship y el segundo de Bellator MMA, patean a diario con sus exitosas carreras lo que podría ser el corazón de la justicia social.
Ambos se destacan en sus respectivas disciplinas sin que haya existido modificación alguna en las reglas de los combates en virtud de nivelarles el ring. Lo anterior, por cuenta de que Peacock y Newell no tienen completos sus brazos (derecho e izquierdo, respectivamente).
Cabe aclarar que ninguno de los dos ha apelado el resultado de las peleas que han perdido, argumentando injusticia por cuenta de la anatomía de sus oponentes. Esto, ya que no han permitido que esa característica les limite ni les defina como seres humanos. Por el contrario, cada uno suele mostrar impecables juegos de combate y una aguda inteligencia a la hora ejecutar sus estrategias. En el caso de Newell, predomina el Jiu-jitsu Brasilero, y al momento de hacer finalizaciones y estrangulamientos, es implacable. Por su parte, Peacock, que se mueve al ritmo del Muay Thai, ofrece en cada pelea un emocionante espectáculo con sus efectivas combinaciones, sumergiendo a sus rivales en una intensidad de la que no suelen salir bien librados.
Desde el plano distributivo de la justicia social, se podría afirmar que aquellos que tienen más necesidades de un bien deberían recibir de parte del Estado mayor cantidad de este. Sin embargo, Peacock y Newell parecen no exigir nada que por mérito propio no puedan conseguir.
Por otro lado, al amparo de la justicia social se asegura que, en virtud de las desigualdades naturales con las que nacen algunas personas, estas deberían recibir una compensación justa. A pesar de ello, estos guerreros ignoran este precepto, y de seguro, esperan que el Estado jamás intervenga en el ring, pues, no se consideran inferiores a sus adversarios y saben que tienen la capacidad de ganar sus combates batallando por cuenta propia.
Incluso, puede decirse que estos luchadores se han resistido a declararse en desventaja socialmente. Por lo que decidieron convertir una de sus características, en una ventaja para imponerse a sus oponentes por vía del combate, y no de la justicia social.
Cabe aclarar que, tanto Peacock como Newell, no han querido reconocimiento diferente que el que les proporcionan sus habilidades como gladiadores. De hecho, así lo han asegurado a diferentes medios de comunicación, ya que confían en el fruto de su trabajo y esfuerzo personal. Y todo parece indicar que lo han logrado, ya que gracias a sus méritos deportivos participan exitosamente en la vida pública.
Así las cosas, considero que la enseñanza que nos dan Peacock y Newell es que nada ni nadie debe resolver nuestros “problemas”. Es decir, ni el Estado, ni ningún gobierno, ni ningún “mesías”, debe tener la potestad de encargarse de nuestros asuntos, ya que son nuestras habilidades y talentos, nuestra capacidad de trabajo y disciplina, sumadas a nuestras decisiones, las piedras que edifican realmente nuestros destinos.