La Nación
Sembrando resiliencia 1 9 octubre, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Sembrando resiliencia

En los últimos años, la agricultura urbana ha emergido como un movimiento contracultural que responde a preocupaciones globales urgentes. Desde la seguridad alimentaria amenazada por el cambio climático, hasta la pérdida de biodiversidad y los desafíos políticos y económicos, esta práctica se convierte en una estrategia integral. Cada acción individual, por pequeña que sea, contribuye a mitigar nuestra huella ecológica. El cultivo de alimentos no es exclusivo del campo; cultivar está en nuestro ADN, y hoy más que nunca, con el crecimiento de la población dentro del contexto urbano, necesitamos poner en práctica este conocimiento ancestral.

Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, muchas ciudades de Europa y Norteamérica transformaron parques públicos en espacios agrícolas para suplir la demanda alimentaria de sus ciudadanos y tropas. En lugares como el Regent’s Park de Londres, lo que antes eran jardines ornamentales se convirtieron en parcelas productivas. Estos llamados “Jardines de la Victoria” no solo abastecían a la población, sino que también simbolizaban resistencia y esperanza en tiempos de adversidad. En Estados Unidos, por ejemplo, estos jardines llegaron a producir más de 4.500 toneladas de frutas y verduras al año, representando el 44% de la producción agrícola nacional durante la Segunda Guerra Mundial.

Hoy, ese espíritu de autosuficiencia y comunidad resurge en diversas partes del mundo. En Colombia, Barranquilla ha inaugurado su primer parque productivo, el primero de cinco proyectados con el apoyo de la Unión Europea. Estas iniciativas benefician a más de 30.000 personas, fomentando la seguridad alimentaria, el tejido social y el bienestar comunitario. De manera similar, en Bogotá, el programa “Bogotá sin Hambre” ha institucionalizado la agricultura urbana desde 2004. Con más de 18.000 huertas urbanas activas en 2023, este movimiento se fortalece cada día gracias al respaldo del Jardín Botánico José Celestino Mutis.

Sin embargo, ¿y en Neiva, para cuándo? Es fundamental que nuestra ciudad también se sume a esta transformación. Iniciativas como las de Barranquilla y Bogotá inspiran. Es momento que la agricultura urbana se convierta en una prioridad en nuestra agenda municipal, creando huertos comunitarios, talleres de capacitación y acceso a recursos que permitan a los habitantes de Neiva cultivar y cultivarse.

Más allá de ser fuente de alimentos frescos y saludables, las huertas urbanas son una herramienta poderosa para la resiliencia. En un mundo donde las cadenas de suministro pueden interrumpirse —como ocurrió recientemente con el paro de camioneros o durante la pandemia de COVID-19—, cultivar nuestros propios alimentos nos devuelve una sensación de control y autonomía. Este acto, aparentemente sencillo, nos enseña a valorar lo local, a cuidar nuestro entorno y a promover el bienestar. Cada fruto cosechado no solo es alimento, es un símbolo de autosuficiencia y una pequeña victoria en un mundo cada vez más incierto.