Que la educación es la principal locomotora del progreso, lo entienden alcaldes, gobernadores, parlamentarios y presidentes de Colombia. Así está consignado en los planes de desarrollo de todos ellos. Pero que cumplan ese compromiso y lo hagan con las mejores estrategias es otra cosa.
La primera ruptura se da con el nombramiento del Ministro o Secretario de Educación. Allí designan no al más eficiente y talentoso administrador educativo sino a un amigo de confianza que les garantice el manejo clientelista de contratos y la administración del personal en una Secretaría que recibe los más importantes recursos de transferencias. Esto lo he dicho en artículos anteriores y parece que los indicadores no muestran signos de mejoramiento, incluso en el actual gobierno de “Colombia Potencia de la Vida”.
En mi humilde concepto una de las más notorias debilidades del gobierno de Petro está en el manejo del sistema educativo. El primer error se cometió con el nombramiento de Alejandro Gaviria como primer Ministro de Educación y este antes que estructurar las reformas necesarias en el área, se dedicó a torpedear la propuesta de Reforma a la Salud y buscar apalancar una eventual candidatura presidencial suya.
El primer gran problema educativo es la formación de los infantes que deberían ser atendidos obligatoriamente por el Estado en el preescolar desde los 3 hasta los 5 años, con una educación de altísima calidad porque esos años son esenciales para el desarrollo psicomotriz, afectivo e intelectual de la persona, tal como lo demostró Jean Piaget, el padre de la escuela constructivista en psicología. Los infantes de las clases populares no van al preescolar, comenzando así, a muy temprana edad la discriminación y la desigualdad en su formación.
Solamente la educación básica tiene coberturas aceptables por encima del 90%. Pero más grave que la cobertura es la calidad. La prueba “saber” para la educación básica y media y las “Ecaes” para la superior, muestran una muy baja calidad educativa, especialmente crítica en la educación pública. Mejorar la calidad significa mejorar la infraestructura y dotación de las instituciones, capacitar a los profesores y mejorar sus niveles de remuneración.
Si los alcaldes y gobernadores orientan los recursos públicos que administran, a la solución de estos problemas, estarán cumpliendo el compromiso con la educación. Por su parte el presidente Petro debería entender que todos los cambios que impulsa y por los que lucha, tienen su primer escalón en el sistema educativo que exige y demanda los mayores recursos económicos, físicos, tecnológicos y humanos.