Con motivo de la revolución industrial y los cambios del sistema económico, el mercado laboral ha presentado muchas transformaciones desde hace unos 200 años. En principio las jornadas laborales eran demasiado extensas, 10 horas diarias y más; hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX las organizaciones de trabajadores lograron su reducción y mejores condiciones de trabajo, especialmente en EE.UU y Europa.
En Colombia principalmente por las reformas laborales del presidente López Pumarejo y la llegada del intervencionismo estatal se mejoraron sustancialmente las condiciones laborales; esta situación se presentó desde la década de 1930 hasta comienzos de la década de 1990. Posteriormente con motivo de la política neoliberal el panorama laboral ha venido deteriorándose permanentemente. Hace 30 años la informalidad laboral representó 45% de la fuerza laboral, mientras que en la actualidad se ha incrementado al 70%. Las cifras del DANE la ubican en 55% pues minimizan la cifra real y actúan en contra de las evidencias debido a que cada vez vemos más vendedores estacionarios y ambulantes invadiendo diversos sitios de todas las ciudades.
El sector informal donde se ubica personal independiente o trabajadores por cuenta propia abarca diferentes grupos económicos, pero en su gran mayoría es un sector muy pobre (el rebusque) que están en total desventaja frente al minoritario sector formal. Se caracterizan porque no aseguran un salario mínimo, están sin prestaciones legales y menos extralegales, tienen jornadas de trabajo de 10 o más horas durante 6 o 7 días en la semana, sufren la tortuosidad del tiempo y las crisis (sol, lluvias, pandemia…).
Igualmente, si se ausentan del trabajo por eventualidades como una enfermedad no reciben ingresos, se encuentran sin opción pensional, no tienen una organización que reclame sus derechos, son “independientes” pero a la vez esclavos de sus clientes, es decir, son la esclavitud moderna cuya situación no es diferente de lo ocurrido en la era preindustrial. Quienes están en el rebusque son verdaderos héroes dada la discriminación y maltrato policivo, tortuosidad laboral y baja remuneración. Muchas veces sosteniendo familias y, además, deben luchar para mantenerse socialmente y no naufragar en la delincuencia o la indigencia.
Desafortunadamente para el mayor problema social, desempleo e informalidad, no hay solución en las actuales circunstancias, al contrario, el creciente deterioro continuará como ha ocurrido desde hace tres décadas, pues la oferta de trabajadores crece anualmente en unos 400.000 y su demanda por parte del sector privado formal es reducida o decreciente por avances tecnológicos. Si bien este sector es el que ha generado más empleo formal, no tiene la capacidad para reducir el desempleo e informalidad dada la magnitud de sus cifras.
Lamentable que en la propuesta laboral de Petro se amplíe el inocuo asistencialismo, se mejore el sector menos vulnerable (sindicalizados y empleados de planta) y se ignore a las mayorías, es decir, los héroes de la informalidad.