No es poca cosa el reciente fallo del Tribunal Administrativo del Huila que le ordena a la Alcaldía de Neiva desmontar todas las vallas, pasacalles y publicidad exterior por indebida ocupación y contaminación del espacio público.
Para muchos, el aspecto estético al que se refiere esta clase de contaminación puede parecer un problema superficial. Sin embargo, tiene efectos en la calidad de vida de las personas, adultos y menores de edad. Expertos coinciden en que “un paisaje con montones de estímulos visuales, colores y velocidades diferentes nos puede generar rechazo, angustia e incluso incomodidad”. Así, personas expuestas a entornos contaminados visualmente suelen padecer de fatiga por sobreexposición a estímulos, dolor de cabeza, irritación de los ojos, dificultades para concentrarse y facilidad para distraerse e incluso generación de estrés o ansiedad.
De ahí que sea imperativo la aplicación del fallo del tribunal derivado de una acción popular, instaurada hace diez años por el entonces procurador Ambiental, Diego Vivas Tafur. El funcionario alegó que la indebida ubicación de vallas y pasacalles sin control, está impactando negativamente el ambiente sano, uso y goce del espacio público en la capital huilense.
10 años después, las cosas siguen igual. Basta recorrer Neiva para que cualquiera se dé cuenta no sólo de la proliferación de vallas y pasacalles en numerosos lugares, sino que muchos de ellos perduran sin ningún tipo de control. Un ejemplo claro es que un año después, aún hay publicidad de candidatos en las elecciones regionales.
Con toda razón, el Tribunal Administrativo del Huila ha considerado que los neivanos tienen derecho a gozar de un ambiente sano y libre de contaminación visual.
Le corresponde ahora a la Alcaldía de Neiva establecer planes especiales para combatir la proliferación de publicidad exterior en calles y avenidas de la ciudad. Hacerlo es una demostración de autoridad.