El populismo es el uso demagógico que un líder carismático hace de la legitimidad democrática, para prometer la vuelta a un orden tradicional o el acceso a una utopía posible, buscando consolidar un poder personal al margen de la ley, las instituciones y las libertades.
El discurso populista ha sido una herramienta efectiva para construir identidades políticas y movilizar a sectores amplios de la sociedad. Caracterizado por su lenguaje sencillo, emotivo y cercano al pueblo, el populismo enfrenta a este grupo homogéneo y virtuoso contra una élite corrupta, percibida como el origen de todos los males sociales.
El populismo funciona apelando a las emociones más que a los argumentos racionales. Los líderes populistas tienden a presentarse como salvadores, portadores de las aspiraciones populares, y colocan en el centro de su discurso la lucha contra un enemigo común.
Tal estrategia utiliza un lenguaje que resuena en la cotidianidad de las personas, presentando soluciones simples a problemas complejos, lo que contribuye a ganar fácilmente más seguidores.
Latinoamérica ha sido tierra fértil para el surgimiento de lideres con discursos populistas que llegan a lo más hondo de las fibras ciudadanas, principalmente de sectores marginales.
Se podrían categorizar como populistas a Juan Domingo Perón y Cristina Fernández en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafel Correa en Ecuador y Nayib Bukele en El Salvador.
Gustavo Petro también hace uso de esta estrategia discursiva. Afirmaciones como “Desde el balcón del poder, vamos a gobernar con el pueblo”, o “es la hora del pueblo. Este es el gobierno del cambio y el cambio es con el pueblo” y muchas otras, evidenciarían el uso de un lenguaje populista que cala en un buen sector inconforme con la política tradicional.
Luchar contra el populismo político no es una tarea sencilla. Se requiere fortalecer las instituciones democráticas, evitar la polarización y defender a la prensa libre para desenmascarar las promesas vacías. Una población informada es menos susceptible a los discursos populistas.
