“A todo señor, todo honor.” Es justo y merecido felicitar al periodista y abogado huilense Melquisedec Torres Ortiz por la inspiradora iniciativa de concebir y redactar el proyecto de ley presentado por la bancada de congresistas del Huila, que ha transitado exitosamente el camino legislativo hasta convertirse en ley de la República. Sin duda, esta ley no solo constituye el más alto homenaje a La Vorágine, joya de la literatura colombiana e hispanoamericana, al conmemorarse el centenario de su publicación, y un tributo de justicia a la memoria del escritor y poeta José Eustasio Rivera, sino que abre la puerta a la creación de valiosos proyectos culturales que, de cumplirse, enriquecerán profundamente a la región.
Si bien las leyes de honores y homenajes suelen recibir críticas, y algunas no sin fundamento, su valor se manifiesta cuando la comunidad se apropia de ellas y, en este caso, reclama al gobierno nacional su cumplimiento efectivo. Además, esta ley compromete a las administraciones departamentales y locales a integrarse en un esfuerzo común para realizar sueños largamente anhelados por la ciudadanía. Entre estos, la recuperación y restauración de la casa en Neiva donde José Eustasio Rivera vivió sus años de juventud, proyectada como un epicentro cultural emblemático para la capital huilense, un espacio que no solo exhibirá la obra de Rivera, sino también la vasta riqueza cultural del Huila.
La responsabilidad recae ahora en los huilenses, quienes debemos asegurarnos de que la ‘Ley La Vorágine’ no se disuelva en discursos rimbombantes, ni se reduzca a la Gaceta del Congreso, y mucho menos se convierta en letra muerta que recordaremos únicamente en los aniversarios de la obra o en las fechas que evocan al gran Rivera. La dirigencia del Huila debe unirse con determinación para exigir la formulación de un plan que impulse el desarrollo de esta ley y garantice, en el presupuesto nacional y en los regionales, la inclusión de fondos específicos destinados a cumplir con los objetivos culturales que la ley establece.
Pero la brillante propuesta de Melquisedec Torres va más allá. Su visión trasciende lo inmediato, ya que fomenta la difusión y relectura de La Vorágine, una obra cuya vigencia resuena en la actualidad, abordando temas de urgencia sobre la vida cotidiana y subrayando la necesidad imperiosa de proteger la naturaleza frente a la devastación. Sin duda, la ‘Ley La Vorágine’ se alzará como un faro que nos recuerda las enseñanzas de Rivera, quien hace un siglo nos previno de las consecuencias de la destrucción en pos de un progreso insostenible.
Este esfuerzo merece un aplauso de pie para Melquisedec Torres y un reconocimiento especial a la bancada de congresistas del Huila que respaldaron su iniciativa. Es un ejemplo inspirador de cómo desde el periodismo se puede contribuir al desarrollo y, en este caso, inmortalizar una obra literaria mediante la revitalización de la Bienal de Novela, que, gracias a la ‘Ley La Vorágine’, renacerá como el “Premio Internacional de Novela José Eustasio Rivera Salas”, con la responsabilidad de su realización encomendada al Estado bajo la dirección del Ministerio de Cultura.