Los arquitectos debutamos en el siglo XVI en la construcción de volúmenes: sobresaliendo casas y templos ejecutados de manera sobria y sencilla que aportaron la expresión de la arquitectura española, contratos y patrones de medida, cartabones y uso obligatorio del nivel y el plomo distinguieron a estos arquitectos españoles que atravesaron una geografía difícil, fabricando herramientas y materiales. Artesanos y carpinteros particularizaron en detalles consiguiendo pequeñas diferencias. Le dieron calidad y belleza a ese bloque áureo que incrustaron entre un verde feroz.
La tipología colonial, orgullo de los lugares donde se asienta, ocupa podios y se relaciona de manera armónica con el paisaje, es un recorrido por historias de virreyes, campañas libertadoras, cuentos y sucesos que dieron nacimiento a la nación. La república trajo un nuevo estilo y se ensayaron otras técnicas, conceptos de simetría y regularidad, medidas métricas y proporciones se juntaron para servir de albergo a las necesidades crecientes. Modas y decoraciones alegres llegaron y pasaron tejiendo novelas y de relato en relato fue apareciendo el modernismo, donde una brisa externa de gran potencial estético colocó la arquitectura colombiana a nivel de igualdad con lo que se hacía a otras distancias.
Se alcanzó la calidad técnica que permitió se distribuyeran piezas de gran valor por todo el territorio, sencillas, responsables a nuestra condición económica en un esfuerzo de fantasía e imaginación. Los lugares cambiaron de rostro y un urbanismo habitual los envolvió en condición acelerada. Una visión panorámica planeó su crecimiento y calles y más calles fueron talladas bajo el sol. Sin darnos cuenta nos fuimos llenando de una arquitectura con elementos comunes y de fundamentos estéticos propios que fue formando la representación nacional.
El cuidado del patrimonio nacional ha ganado hoy conciencia y la restauración alcanza buenos niveles de satisfacción por parte de nuestra sociedad, de a poco, hemos venido estableciendo leyes y normativizando la protección de joyas materiales e inmateriales, la sombra protectora de la conservación del Patrimonio ocupa cualquier lugar del territorio y los logros de estas son resaltados por publicaciones. Es evidente que en una población el rescate de una pieza representa un motivo de alegría y orgullo para la población, algo que mueve corazones, que involucra a generaciones, lleva tatuada la historia del sitio, es su memoria, siendo esta una capacidad psíquica de recordar el pasado y reside en el ser humano como fruto de su propia historia
La restauración de la arquitectura es una experiencia maravillosa, un sentimiento armónico en el que los valores simbólicos, históricos y estéticos están presentes, es poética que vive en las corrientes que esculpen el piso, en lo tibio de sus paredes, en la ventana en donde se dibuja un sol y en las sombras de un tiempo imborrable.