Contrario a lo que muchos creen, el sol, tan fuerte que alumbra un espectro ideológico, no es nada más que el principio de su ocaso. La victoria de Trump en USA llevó al conservadurismo populista a su máximo esplendor, el cual, junto a Milei o sus pares ideológicos en Europa, le hace pensar a un gran cúmulo de personas que está era llegó para quedarse. Pero, en la vida real, no es más que la más fuerte expresión de una contradicción que pone en jaque al sistema democrático.
Trump ganó con una agenda de cuatro puntos. Por un lado, la promesa de combatir la migración con un gran sesgo racista, un asunto que ha movido la derecha radical en toda Europa y ahora Norteamérica. En segundo lugar, una promesa traída de la izquierda de los años sesenta del siglo XX y es la reindustrialización y el aumento de aranceles. Por último, una vieja promesa mentirosa, la cual nunca se ha cumplido en el mundo y es la reducción de impuestos a los ricos con la esperanza de que hacer más rico al rico, causará una redistribución de la riqueza vía inversiones. Esa llamada teoría del rebosamiento nunca ha sido validada. Por último, una promesa de cortar derechos a las mujeres, las minorías sexuales y en general al Estado de bienestar.
La victoria de Trump, es la de una persona que no es política y que no representa el establecimiento político. Esa fue la causa de la derrota de Harris y es que una gran cantidad de personas sienten que el sistema que ha gobernado no resuelve los problemas y necesidades de un gran grupo poblacional. Por ello, votar a lo que no sea establecimiento era una gran opción.
El inconveniente es que estos problemas que el modelo democrático no soluciona, no tienen nada que ver con su génesis: la desigualdad, la pobreza, el costo de vida y el nulo crecimiento económico de millones de personas en las últimas décadas no son culpa del modelo democrático, sino de una tendencia que cree que los problemas de inequidad y pobreza no son importantes y que el mercado se ajusta solo.
La clave del asunto es que Trump representa ese modelo de hacer rico al rico y donde la pobreza, se cree, es un problema del individuo, donde más o menos se dice que el pobre es pobre porque quiere y no porque le toca. Vendrán unos meses de incertidumbre, donde el presidente electo intentará cumplir sus promesas y a medida que pase el tiempo y los problemas no se solucionen, veremos qué camino toma el pueblo estadounidense.