“Viviendo un mundo de imaginación en un abrir y cerrar de alas” transforma la educación en la Institución Educativa La Merced, integrando a estudiantes, docentes y familias en una experiencia pedagógica innovadora que reduce la reprobación y fomenta aprendizajes significativos basados en el contexto y la creatividad.
En el municipio de El Agrado, la Institución Educativa La Merced se ha convertido en un faro de innovación pedagógica. Con 1360 estudiantes, 62 docentes, 4 directivos, 1 orientador y un equipo administrativo comprometido, esta institución abarca todos los niveles educativos en sus seis sedes, tres urbanas y tres rurales. Desde el año 2023, un proyecto educativo está transformando vidas: “Viviendo un mundo de imaginación en un abrir y cerrar de alas”, liderado por un equipo de docentes que incluye a Nidia Penagos Bonilla, María Ofelia Rojas Salinas, Sandra Patricia Méndez Huergos, Óscar Mauricio Ríos Mosquera, Angélica Chavarro Ordoñez y Andrea Carolina Buendía Arias.
El origen de esta experiencia se remonta a una inquietante realidad. Entre 2017 y 2020, la sede principal registraba alarmantes índices de reprobación en el grado primero: cifras que alcanzaron el 37% en 2019. A pesar de los esfuerzos iniciales con planes de nivelación y actividades de lectura en familia, los resultados no eran los esperados. Los niños, en lugar de superar sus dificultades, se enfrentaban a un impacto emocional negativo, con baja autoestima y una percepción distorsionada de sus capacidades.
Fue entonces cuando surgió un cambio de paradigma. Inspirados por el trabajo de Emilia Ferreiro y Ana Teberosky, que destaca la importancia de respetar los contextos y pre-saberes de los niños, los docentes de La Merced decidieron abordar la problemática desde una perspectiva transformadora. Así nació esta experiencia pedagógica, diseñada para darle un giro radical a la enseñanza en el grado primero.
La estrategia se centra en la pedagogía por proyectos, integrando todas las áreas del conocimiento bajo una línea temática que surge de las propias inquietudes y gustos de los estudiantes. En lugar de fragmentar el aprendizaje, los niños viven una aventura educativa donde la lengua castellana, matemáticas, ciencias naturales, sociales, inglés, ética, religión, artística y tecnología convergen en torno a una experiencia significativa.
El proceso comienza con una conversación en el aula. Los niños expresan sus intereses y los docentes construyen a partir de ellos una guía pedagógica que estructura las competencias por desarrollar. La ambientación del aula juega un papel clave, ya que transforma el espacio en un escenario que estimula la imaginación y la participación activa. Los padres de familia, lejos de ser simples observadores, se convierten en aliados fundamentales. Participan en la creación de rúbricas para evaluar a sus hijos, asegurando que los avances sean visibles y valorados tanto en lo cognitivo como en lo axiológico.
El impacto ha sido notable. En el grado primero, el porcentaje de reprobación ha caído a menos del 3%, y se ha consolidado un “segundo flexible” que permite a los niños avanzar según sus propios ritmos y necesidades. Además, el equipo docente ha logrado crear módulos pedagógicos con imágenes, cuentos y elementos propios del entorno local, fortaleciendo la identidad cultural y el sentido de pertenencia.
El éxito de este proyecto no solo se mide en cifras. Las sonrisas de los niños, su entusiasmo al aprender, y el compromiso de los padres y docentes reflejan un cambio profundo en la dinámica educativa. Hoy, en La Merced, el aprendizaje no es una tarea tediosa, sino un vuelo lleno de imaginación y descubrimientos que enriquece a toda la comunidad.
En palabras de una de las líderes del proyecto, Nidia Penagos Bonilla, “los niños necesitan sentirse parte de su propio aprendizaje. Nuestro trabajo es brindarles las herramientas y el espacio para que desplieguen sus alas”. Y eso es precisamente lo que esta experiencia pedagógica ha logrado: convertir las aulas en un lugar donde el conocimiento se construye con creatividad, contexto y un profundo respeto por las capacidades y sueños de cada estudiante.