Desde antes de la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia de Colombia, pusimos en conocimiento de la opinión pública, algo que cada día es más evidente: nunca estuvieron listos para gobernar. La improvisación y ver a sus ministros pisándose las mangueras es el pan de cada día; sus constantes cambios en los gabinetes ministeriales, evidencian una relación inestable entre el mandatario y su equipo de gobierno. Durante este ‘petroceso’ hemos presenciado múltiples reestructuraciones, renuncias, despidos y escándalos generados por rupturas internas y egos, lo que refleja no solo una falta de coherencia en su gestión, sino también la incapacidad para robustecer un liderazgo sólido que impulse verdaderos avances para el país.
Esta semana, desde su cuenta de X, Ángela Benedetti pone en el ojo público algo que más temprano que tarde sabrá Colombia y es la difícil relación actual que tiene Petro con Laura Sarabia directora del DAPRE y portadora de sus más íntimos secretos, ¿se prenderá de nuevo el ventilador en Casa de Nariño? Amanecerá y veremos…
Este constante clima de incertidumbre y desconfianza ha tenido graves repercusiones para Colombia. Las políticas anunciadas por el gobierno, que en teoría prometían transformaciones sociales, económicas y ambientales, no han dado resultados concretos ni significativos. Por el contrario, han generado más dudas que certezas.
La reforma tributaria y otras propuestas, han creado un ambiente de desconfianza tanto para los inversionistas como para los ciudadanos, afectando el crecimiento y la generación de empleo. En temas de seguridad, las estrategias implementadas no han garantizado mejoras tangibles, dejando a miles de colombianos vulnerables frente a la criminalidad y la violencia como lo vivimos en el pasado.
La desconexión entre las promesas de campaña y la realidad gubernamental ha quedado en evidencia, mostrando un gobierno más preocupado por consolidar su narrativa que por resolver los problemas reales y estructurales de Colombia.
Como oposición, no podemos ignorar que este panorama impacta directamente en la calidad de vida de los colombianos. Lo advertimos insistentemente y nunca estuvimos equivocados. Es momento de pensar en nuestro futuro político, en no tropezar dos veces con la misma piedra, por eso, hacemos un llamado a la reflexión sobre la importancia de un gobierno aterrizado, que construya desde la pluralidad y que, sobre todo, esté enfocado en generar resultados reales para el bienestar de todos.
Colombia necesita avanzar y no retroceder; seguiremos vigilantes para contrarrestar desde el Senado cualquier acción que comprometa el futuro de nuestra nación y nuestra democracia.