Fue el año pasado, eran aproximadamente las nueve de la mañana, yo me encontraba acompañado de un par de personas en una cafetería del centro de Neiva, cuando de repente un hombre irrumpió en el sitio diciendo “Gorky está loco”. La contundente sentencia fue acompañada con un gesto de frustración, que enfatizó empuñando su boca hacia un costado.
Era Jaime Ramírez Plazas, entonces secretario de Hacienda quien de esta manera se ahorró el saludo para un par de mujeres que lo esperaban en una mesa. Sin quitar la mirada hacia sus anfitrionas, arrastró con una mano una silla para poder integrarse, al tiempo que insistía en que el alcalde había perdido la cabeza y que sin importar las advertencias que se le hacían, seguía enceguecido contratando gente a diestra y siniestra, así el presupuesto ya estuviera reventado.
El recuerdo me vino a la memoria ayer luego de escuchar una entrevista que se le hizo a Jaime Ramírez en ‘La Nación Huila Stereo’, quien reapareció después de casi un año para anunciar que se defenderá de las acusaciones hechas por el actual secretario de Hacienda, Oscar Iván Leiva, respecto de la pérdida de 3.986 millones de pesos, recursos del crédito de 25.500 millones que se tramitó en la administración de Gorky Muñoz.
Jaime enfatizó que los recursos no se perdieron, claramente nunca se pierden, se desvían y alguien se queda con ellos, o como se puso de moda por esos días, se invierten en cirugías estéticas para las novias del mandatario. Gorky la supo hacer, incluso dejando como contralor de bolsillo a Gilberto Mateus, quien ha cumplido fielmente la orden de nunca detectar absolutamente nada y de hacerse el loco para no ver más allá de su camándula.
Jaime Ramírez es de los tipos más hábiles que he conocido, sagaz, calculador y conocedor de los temas de hacienda pública, por eso, es evidente que desde ese entonces ya sabía que el municipio perdería la categoría debido al festín de contratos que dejó el año electoral. También reconoció que hubo exceso de burocracia, pero que esas fueron decisiones políticas del alcalde, quien prefirió orientar los recursos hacia gastos administrativos en lugar de que fueran para inversión.
A pesar de que dice que su función solo llegaba hasta la emisión de los CDP, lo cierto es que los más de 3.000 contratos de prestación de servicios terminaron condenando al municipio a unos gastos excesivos de funcionamiento y enterrando las finanzas de la administración, al punto que aún hay centenares de personas esperando que les sean cancelados sus honorarios.