Por favor Presidente, ¡no más Benedettis ni Sarabias!

Haciendo de abogado del diablo – que no lo necesita Armando Benedetti, pues él tiene sus propios representantes legales y morales- podríamos preguntarnos por las razones más recónditas y oscuras como para que el presidente Petro posesione de nuevo al exembajador y exsenador en otro alto cargo público.

Todos los servidores públicos y gobernantes tienen sus propios pecadillos y pilatunas. Sus secretos deben existir (saben que la total transparencia es mortal) ningún ser humano puede ser tan libre de todo pecado como para lanzar la primera piedra; la necesidad de los gobernantes de tener al lado un conspirador justifica su propia proclividad y el peligro de caer en desgracia definitiva.

El sesgo mediático de la opinión pública y la oposición en contra del Presidente opina que Benedetti lo extorsiona o sabe muchas cosas inconfesables de Petro. No creo que sea así, parece una respuesta muy simple y poco reflexiva. Petro necesita a Benedetti no solo para que haga lo más impopular que le corresponda, sino que lo tiene a su lado porque conoce los pecados y los delitos de la mayor parte de la clase dirigente histórica de este país.  Acercarlo al Palacio de Nariño es francamente aterrador para quienes ya lo conocen y han convivido y compartido ciertos disvalores que él siempre ha representado. Recuerden que, junto con Roy Barreras, es uno de los políticos más “voltiarepas” de las últimas décadas.

Petro no puede enfrentar los ataques de AK-47 y los misiles de los miles de Zapateiros y los cuerpos político -guerreros de derecha con cortaúñas.  Luis XIII necesitó siempre de su Richelieu; Napoleón su Fouché; la reina Isabel I de su Winston Churchill; Enrique VIII de su Cromwell. Incluso, en cuestión de instauración o permanencia del reino, hasta para los propósitos de Jesús fue necesario un Judas. ¿No se necesitaba acaso un traidor entre los apóstoles, alguien que tuviera el perrenque de manejar los fondos, fuera proclive a la ambición de las monedas de plata y lo entregara a la muerte en cruz para que fuera posible la salvación de todos?

Lo ratifico; Benedetti vuelve allí porque es el único que conoce los pecados de toda la clase política y de la oposición, no porque conozca los pecados del Presidente. Petro sigue siendo probo y hasta la oposición con falta de autoridad moral para exigir total honestidad, lo sabe. Eso sí, debe haber transparencia real sobre las conductas de Benedetti y Laura Sarabia.

Petro ha desaprovechado sendas oportunidades de divorciarse en ese matrimonio por conveniencia y debería aceptar también el consejo que Plutarco ofreció a Julio César para poder repudiar a Pompeya:  “La mujer del César debe estar por encima de toda sospecha. La mujer del César no solo debe ser fiel y casta, sino también debe parecerlo”. Benedetti y Sarabia están lejos de serlo; su lealtad puede incluso estar fuera de discusión, pero su espejo moral no es el que Petro quiere reflejar. 

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