Diciembre es una época de alegría en la que se comparte mucho más en familia al son de villancicos y comida. Representa además luces navideñas, vacaciones y regalos. La temporada, sin embargo, viene acompañada de una tradición peligrosa como el uso de la pólvora, que año tras año deja decenas de lesionados en el Huila y el país en general.
Las quemaduras son extremadamente dolorosas, ya que la piel es sensible. Además, ponen en riesgo la vida de los afectados. Cuando las quemaduras son con pólvora, se le agregan ingredientes dramáticos: la pérdida de una parte del cuerpo y su inmediata afectación sicológica. Una quemadura severa en una mano puede ocasionar la pérdida parcial o total de ese miembro o una alteración estética de la piel. En el caso de un niño, se han registrado casos en que una lesión limita al pequeño en la ejecución de las actividades más básicas como comer, vestir o escribir, y restringe su participación social al verse excluido de actividades como el juego, estudiar o relacionarse con sus amigos. Entonces, ¿por qué exponer a nuestros niños y niñas a este tipo de situaciones?
Con la llegada de este mes de diciembre y las celebraciones de Navidad, Año Nuevo y Reyes Magos, urge que, a la par de los controles que deben ejercer las autoridades para evitar la comercialización ilegal de pólvora o el transporte inadecuado de ella, padres de familia y adultos adquieran conciencia sobre el peligro de los artículos pirotécnicos y la necesidad de proteger a nuestros niños y adolescentes.
De cara a esta temporada, vale la pena hacernos estas preguntas: ¿Conocemos el daño que ocasiona el uso de la pólvora? ¿Hemos hablado con nuestros niños y niñas sobre las graves consecuencias que produce el uso de la pólvora? ¿Qué podríamos enseñar a los niños para que ellos también ayuden en su propia protección? ¿Les hemos dado ejemplo a nuestros hijos de asumir conductas seguras? ¿Hemos promovido el uso de pólvora en alguna de nuestras celebraciones familiares?