La situación que se vive en Colombia es verdaderamente alarmante. El escándalo que rodea al Ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, es solo la punta del iceberg de una corrupción generalizada que permea todos los niveles del poder en este gobierno. Es inaceptable que, a pesar de las numerosas denuncias y evidencias de corrupción, el PETROCESO siga protegiendo a los involucrados. La falta de transparencia salpica recurrentemente los círculos más estrechos del presidente Petro.
Ya es hora de que se tomen medidas efectivas para cambiar esta situación. Es nuestro deber, como oposición colombiana, exigir que se realicen investigaciones exhaustivas y se tomen acciones. No podemos permitir que la impunidad siga reinando en el país. Además, es importante destacar que la corrupción no solo es un problema moral, sino también económico. La corrupción desvía recursos que podrían ser utilizados para mejorar la calidad de vida de los colombianos, especialmente de aquellos que más lo necesitan.
Es hora de que los colombianos exijamos más de este gobierno cómplice y permisivo. Es hora de que la justicia sea verdaderamente justa y no solo un instrumento para proteger a los poderosos de turno. Es hora de que la transparencia y la responsabilidad sean valores que se practiquen en todos los niveles del poder.
Es hora de recuperar a Colombia, antes de que nos la devuelvan malherida y en los huesos. No basta con esperar que el tiempo haga lo suyo; debemos exigir que las instituciones trabajen para el bienestar de todos, sin excepción. Es una cuestión de justicia, de equidad y, sobre todo, de dignidad para todos los colombianos que aún creemos en un país mejor.