Aprobado por el Senado de la República el proyecto de ley ‘contra el ruido’, iniciativa del Representante a la Cámara Daniel Carvalho, solo le falta la conciliación de textos y la sanción presidencial para convertirse en ley de la República.
No es de menor importancia el tema. Según la OMS, “los altos niveles de contaminación acústica pueden derivar en diferentes problemas de salud como: pérdida auditiva, estrés, ansiedad, presión arterial alta, dolores de cabeza, mareos e insomnio. Además, también afectan a la flora y fauna, alterando el comportamiento de animales silvestres y perjudicando la salud de animales domésticos”. De hecho, en el país, el 70% de las llamadas recibidas en la línea 123 se refieren a quejas sobre el ruido, incidentes estos que no pocas veces terminan en riñas y pérdidas de vidas. Las sanciones establecidas en el Código Nacional de Policía han resultado precarias para controlar esta grave infracción contra la convivencia y el medio ambiente. Por ello, el gran objetivo de esta nueva ley es, en el contexto de la salud ambiental, dar al país calidad acústica que garantice a la gente y los ecosistemas su bienestar reduciendo los efectos nocivos del ruido dando capacidades a autoridades locales.
Difícil implementarla (Carvalho anuncia pedagogía y estar en las calles dándoles a ciudadanos y autoridades herramientas y conocimiento para que sea una realidad). Lograr reducir a 90 decibeles (nivel que ya resulta dañino en exposiciones prolongadas) el ruido máximo en zonas residenciales y públicas es un colosal propósito, pues esa intensidad puede ser causada, por ejemplo, con el paso de un tren, maquinaria de fábrica, una sierra, sirenas de bomberos o una manifestación ruidosa. Una conversación normal puede alcanzar 60 y un concierto en vivo 120 decibeles.
La norma debe conducir a terminar con vecinos fiesteros y trasnochadores, bares y ‘tomaderos’ con full volumen, frenéticos pastores abusadores del micrófono, vendedores callejeros, motocicletas con resonadores y tantos más contaminadores que nos torturan cotidianamente.
Aplauso para el Congreso que se ha ocupado de ‘minucias’ valiosas para la comunidad.