En homenaje sentido que la izquierda latinoamericana le hizo a José Mujica, hombres venidos de la guerrilla como Gustavo Petro y socialdemócratas (autoproclamados) como Lula da Silva, se han congraciado con un hombre que precisamente significa la combinación de todas las formas de lucha, incluyendo obviamente el terror y la violencia. Razón suficiente, según ellos, para ondear tanto las banderas de los Tupamaros como las del M-19.
Hasta acá nada nuevo. Los mal llamados “progresistas” latinoamericanos siempre han considerado que los crímenes, a nombre del comunismo y/o socialismo, son moralmente superiores a los del crimen organizado. Una suerte de ética para matar.
De ahí que, los crímenes de lesa humanidad cometidos desde la Revolución Cubana (1959) les ha valido que sus propias víctimas los elijan electoralmente porque, según sus electores, los guerrilleros representan valores como “la paz”, “los derechos humanos”, “la democracia” y “la justicia social”.
Tal embuste solo puede sostenerse gracias a la ignorancia de sus fieles votantes y a una agresiva y sostenida campaña propagandística. Sin estos dos elementos, en América Latina, los guerrilleros serían lo que verdaderamente son y no un falso dechado de virtudes.
Precisamente, en esto consiste la guerra subversiva. Subvertir, entonces, la realidad es una vieja táctica que han usado las guerrillas para la toma del poder político (objetivo estratégico) y para rehabilitar su imagen.
De tal suerte, recordar lo que se sabe de sobra no tendría sentido si Petro no hiciera “gala” de la bandera del M-19 en repetidas ocasiones y de manera insistente. Su empecinada conducta tiene por objeto recordarles a los colombianos que “a título de la paz” la guerrilla ha cumplido con su objetivo de hacerse al poder por todos los medios.
Medios que han incluido masacrar soldados, asesinar y secuestrar a mujeres y niños, arrasar con el medio ambiente y tener nexos con el narcotráfico tal como el M-19 lo hizo con el Cartel de Medellín. Dicen los defensores de las guerrillas que esto no importa porque fueron acciones “altruistas” que solo los más inteligentes y elevados moralmente pueden entender.
Gracias a este patrón de conducta, Petro me asiste en razón para llamarlo “el hombre del M-19”, pues, él mismo gusta de presentarse así, blindándome ante cualquier tipo de réplica (en el mejor de los casos), maltrato, matoneo o amenaza.