La noticia esta semana de que siguen apareciendo más fosas comunes en el departamento del Cauca con cadáveres de menores de edad reclutados de manera ilegal en diversas regiones del país, incluyendo el Huila, merece el repudio de toda la sociedad colombiana y la exigencia a los grupos ilegalmente armados para que frenen esa práctica violatoria de los derechos humanos.
El suceso, revelado por el Ejército, revivió a los huilenses el caso de Mauren Alejandra Ulchur Candela, la menor de 14 años de edad del municipio de La Plata que fue reclutada por las disidencias de las Farc. Y su cuerpo sin vida apareció enterrado en una fosa común en territorio caucano a finales del mes de noviembre pasado.
Las muertes de estas menores muestra una vez más el impacto horroroso que el reclutamiento ilegal causa en la población infantil, en las comunidades y en toda una región. Además de ponerlos a combatir en muchos casos, los menores en las filas de los grupos ilegalmente armados terminan desempeñando funciones de vigías, correos y cocineros. Y en el caso de las niñas, estas a menudo son obligadas a servir de esclavas sexuales.
En múltiples oportunidades, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, ha recordado que “El reclutamiento y utilización de niños menores de 15 años de edad como soldados está prohibido en el derecho internacional humanitario –tanto el derecho de los tratados como el derecho consuetudinario– y está tipificado como crimen de guerra por la Corte Penal Internacional. Además, las normas en materia de derechos humanos estipulan los 18 años como la edad mínima legal para el reclutamiento y utilización de niños en las hostilidades”.
Como lo hemos advertido en varias ocasiones desde esta tribuna, los niños y niñas reclutados o enrolados a sus filas por las disidencias de las Farc o cualquier otro grupo ilegalmente armado son víctimas y, por tanto, el Estado debe desplegar todas las medidas que sean necesarias para protegerlos. Lamentablemente, la situación actual deja ver a un Estado que pareciera importarle más los niños de otros países y no los nuestros.