¿Recordás cuando todo era mejor? Cuando los jóvenes respetaban, las calles eran seguras y la vida era más sencilla. Tal vez lo recordás así, pero ¿realmente fue así? ¡MENTIRA! Este tipo de retrospección idílica nostálgica idealizada distorsiona el pasado y denigra el presente, cayendo en un sesgo injusto y engañoso.
Es cierto que en Colombia enfrentamos muy serios retos actuales: muertes prevenibles en aumento, niños secuestrados, masacres de líderes sociales, desnutrición infantil en regiones como Chocó y La Guajira y una alarmante imprudencia vial. Pero, antes de declarar que “todo pasado fue mejor”, hagamos memoria.
Las generaciones que hoy critican a los jóvenes vivieron los horrores de una devastación humana de proporciones inimaginables como las 2 guerras mundiales, el Holocausto de Hitler y sus locuras y no olvidemos el desastre comunista en Rusia, con los Gulags (campos de concentración) del asesino serial Stalin que, después de la desclasificación de información oficial, varios historiadores dicen que fueron varios millones. Las dictaduras como la cubana que convirtieron océanos en cementerios y la amenaza nuclear. Incluso los desastres ambientales tienen raíces en un siglo XX que celebró la industrialización sin medir consecuencias.
Tampoco es nuevo reprochar a los jóvenes. Platón ya afirmaba que “no respetan a sus mayores”. Sin embargo, las nuevas generaciones lideran el cambio: emprenden, son más amplios, luchan contra el cambio climático, impulsan movimientos sociales y adoptan tecnologías que conectan al mundo.
Vivimos en una era con avances significativos. La esperanza de vida es mayor que nunca, los médicos salvan millones de personas y la diversidad cultural se celebra como un valor. La revolución del acceso al conocimiento está a un clic de distancia y la conciencia sobre los derechos humanos es más fuerte que nunca. Estos logros son frutos del esfuerzo colectivo, incluidos los jóvenes de hoy.
La neurociencia nos explica que tendemos a recordar lo vivido con filtros que favorecen nuestra adaptación. Esta “memoria selectiva” nos lleva a idealizar el pasado y ver el presente como carente. Pero ninguna época ha sido perfecta. Insistir en que “todo pasado fue mejor” es ignorar los avances que nos han traído hasta aquí. Mejoremos la autocrítica.
En lugar de anclarnos a un pasado distorsionado, aprovechemos las lecciones aprendidas para construir un futuro más solidario. Cada época tiene sus desafíos y oportunidades. Si enfrentamos los problemas actuales con creatividad y valentía, el mejor momento para vivir será siempre hoy. Trabajemos en equipo todas las generaciones actuales.
Miremos atrás no para idealizar, sino para aprender. Reconozcamos los logros del presente y enfrentemos sus retos con optimismo. El pasado no fue perfecto, pero el futuro puede ser la mejor época si valoramos el presente. Disfrutemos sentir y emocionarnos ¡Carpe Diem!