Encontramos la primera marranera en el asentamiento San Bernardo, en la parte baja del barrio Las Palmas, Comuna Diez de Neiva. Como en el corregimiento de Fortalecillas, allí se conocieron los primeros casos de diarrea porcina que alarmaron a los neivanos y pusieron en jaque la realización de las cabalgatas en Neiva.
¿Diarrea porcina? Sí, la enfermedad de los cerdos, la misma de la que se especuló durante las últimas semanas. “Que no se puede comer carne”, “que contagia a los caballos”, “que se trasmite a los humanos”. Y no, nada de lo dicho es cierto. O de lo contrario, Jairo Rodríguez Osorio estaría muerto.
El hombre es el mayor criador de cerdos en San Bernardo, donde según cifras del Instituto Colombiano Agropecuario ICA hay que sacrificar 700 cerdos porque tienen el virus y cada vez que se reproduzcan enferman a los lechones (Los cerdos pequeños) y terminan muertos.
Rodríguez Osorio dejó el negocio de buses de servicio público por criar “puercos”, como les llama, y hoy tiene 350 esparcidos en dos hectáreas de terreno que compró hace más de diez años a escasos metros del río Las Ceibas.
En enero de 2014 algo ocurrió con sus animales. Cuatro cerdas dieron cría y los más de 60 marranos recién nacidos chupaban teta y empezaban con una diarrea incontrolable. Nada la detenía. Tardaban pocas horas y terminaban desplomados en el suelo.
Era extraño, explica Jairo, quien reportó al ICA, que llegó hasta el criadero a indagar por lo ocurrido. “Los marranitos nacían lo más de bien hasta cuando comenzaban a defecar con diarrea, era como agua…”, describe.
Los animales, recién nacidos, se deshidrataban y morían. No le valían los antibióticos. Nada. En las fincas alrededor de la de Rodríguez Osorio en San Bernardo ocurría lo mismo. Los animales, con horas de nacidos, se desplomaban. Los grandes toleran la enfermedad con antibiótico.
Alerta
El Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, detectó lo ocurrido: diarrea porcina. El primer paso: encuarentenó la granja, es decir, imposible vender, regalar o sacar marranos de la finca. Menos llevar otros nuevos porcinos a la marranera. Tomaron muestras de estiércol, las llevaron al laboratorio y se confirmó la duda: diarrea porcina.
Jairo Rodríguez no puede vender marranos para reproducción, solo para sacrificio. Y debe suministrar dosis de medicamentos a sus animales si la diarrea repite: Sultrax y Gentripa.
Su esclavitud con los animales agudizó. Diariamente va al criadero, vigila cada orinada de sus cerdos y los limpia como si estuviera criando a un niño pequeño. Con una pisada de otros animales, la enfermedad se expande a otros porcinos.
Basta con preguntar en San Bernardo dónde quedan las marraneras para que los pobladores señalen al fondo, casi a orillas de Las Ceibas. La de Jairo es una parcela normal, de casa humilde, sencilla, donde ni siquiera él la habita; guarda el concentrado (no comen otra cosa) para sus marranos que chillan desesperadamente porque están encerrados, porque se empujan entre ellos, porque se pisan.
Como en toda marranera hay barro, estiércol, mal olor, regueros. En la entrada están las parienderas (cerdas paridas), al frente están sus crías porque Jairo quiere que se liberen de estrés. Las que están para parir las tiene encerradas en bretes improvisados con varillas. Atrás están los animales de ceba (para sacrificio). Les caen chorros de agua que el hombre extrae del río Las Ceibas y comen concentrado a toda hora, describe. “Son marranos finos”, dice. “Son PIC 410”, añade. El marrano padrón pesa 320 kilos, casi 27 arrobas y tiene dos años. Observarlo produce asombro. Hay marranos por todos lados, de todos los tamaños y clases.
De dónde vienen
Los porcinos de Jairo vienen desde Medellín, los ha reproducido en su finca y tiene animales que valen hasta siete u ocho millones de pesos.
Por eso está preocupado. El Instituto Colombiano Agropecuario promete, para erradicar la epidemia de diarrea, sacrificar 700 cerdos en Neiva. Y ahí seguramente caerán varios marranos grandes de Rodríguez Osorio, de otros pobladores de San Bernardo, de la familia Borrero en el corregimiento de Fortalecillas (también se detectó el brote y en gran cantidad), entre otros.
Y no porque infecten de la diarrea al ser humano. Eso es mentira. Tampoco porque contagien a los caballos que se movilizarán en seis cabalgatas. Tendrán que sacrificarse porque en la orina, en el contacto con el hombre, con otros animales, el virus puede impregnarse y trasmitirse a otros marranos de otros barrios o municipios y la enfermedad podría costarle la vida a gran cantidad que cerdos en el país. Eso es lo que busca erradicar Tito Alberto Suárez, director del ICA, con el apoyo del Alcalde Suárez, quien deberá meterse la mano al bolsillo y extraer dineros del Municipio para reponerles a los propietarios de los animales sus cerdos sacrificados. Y más durante la temporada de San Pedro donde la crisis económica podría ser fuerte.
Cifras
Huila y Cundinamarca son dos de los departamentos donde los marranos recién nacidos -después de enero de 2014- se empezaron a desplomar producto de la diarrea porcina. Neiva es el municipio más afectado: corregimiento de Fortalecillas, San Bernardo y Comuna Nueve. También en Tello y Guadalupe. El virus llegó a Campoalegre ocho días atrás.
En estas estas zonas habría cuatro mil marranos en riesgo por lo que se declararon 25 cuarentenas (fincas donde no se puede sacar ni ingresar marranos), y 12 focos confirmados de la diarrea: 11 en Neiva y uno en Campoalegre.
“Diariamente sacrificamos 50 marranos para ir erradicando la enfermedad”, contó a LA NACIÓN Tito Suárez.
En San Bernardo, asentamiento hasta donde llegó LA NACIÓN y donde tiene la marranera el señor Rodríguez Osorio, están identificados 700 animales en 11 predios al parecer enfermos y donde la Alcaldía pretende empezar con el sacrificio. Ya han muerto más de 500 animales y otros 1.000 han sido sacrificados.
Pero la mayoría de marranos de San Bernardo y Fortalecillas, se ven alentados. “La enfermedad ataca principalmente a los lechones, cuando las marranas están grandes no se ven tan afectadas, pero están infectadas así no estén muertas. Son de alto riesgo porque si quedan preñadas sus hijos saldrían con el mismo problema y no vivirían”, explica Suárez.
Hoy la diarrea porcina está controlada. Lo reporta el ICA y en las fincas de San Bernardo y Fortalecillas también se dice porque no se han vuelto a morir crías.
Sin embargo, las autoridades no pueden dormirse. Y menos en San Pedro donde empieza la comercialización de marranos porque en castellano, el virus puede impregnarse en el vehículo donde se transportan porcinos, en las botas o ropa de quienes manipulan estos animales. Y si no se desinfectan llegan y expanden el virus a otras zonas ocasionando una sola cosa: la muerte de otros marranos, casi siempre recién nacidos.
“Por eso, se prohibió la aglomeración de animales, entre ellos la cabalgata”, explicó Tito Suárez. “La enfermedad viral es de muy fácil trasmisión, pero afecta solo a marranos. No ataca al hombre ni a caballos…”, repite.
El Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, insistió en no autorizar las cabalgatas en San Pedro porque la mayoría de caballos que llegan hasta Neiva vienen de otros municipios y regiones del país. Y al regresarse, en sus cascos podrían llevarse el virus y contagiar a más marranos. Después el alcalde Pedro Suárez y el gobernador Carlos Mauricio Iriarte lograron los permisos, pero no gratis. Tienen que adoptar medidas especiales.
Entre ellas, la prohibición del expendio de carne en lugares no autorizados (así el virus no afecte a los humanos), y que existan controles sanitarios en las entradas y salidas de Neiva y las cabalgatas.
Los vehículos que ingresen caballos a la capital del Huila serán limpiados, higienizados con químicos o desinfectantes de alto nivel para que no entren o se lleven el virus de diarrea porcina a otras regiones del país.
Bombas de fumigación de alta presión donde se laven los carros sería una de las alternativas que propuso la Alcaldía de Neiva y la Gobernación del Huila para que el ICA autorizara las cabalgatas. La Universidad Cooperativa y otras empresas privadas que organizan cabalgatas aún no presentan ante la autoridad sanitaria las medidas para evitar la propagación del virus. Entonces, no tienen permiso.
La diarrea porcina se propaga fácil. Se teme que en los cascos, los caballos lleven el virus a otras regiones y mueran más cerdos en Colombia.