Según el Documento Colombia 2019 “Fomentar la cultura ciudadana” (DNP – Presidencia de la República, 2006), la definición más común de convivencia es aquella que se refiere a la interacción entre individuos tanto en el ámbito privado (relaciones de familiaridad) como en el ámbito público, buscando la prevalencia de los intereses colectivos para alcanzar la seguridad y tranquilidad pública. La convivencia ciudadana engloba componentes de la convivencia como la capacidad de celebrar y cumplir acuerdos, el respeto a los derechos de los demás, la capacidad de actuar colectivamente, la prevalencia de los intereses colectivos, la resolución pacífica de conflictos, la tolerancia y construcción de ciudadanía. Representa un compromiso de voluntades personales e institucionales para convivir en una sociedad mejor, en el que la educación es el instrumento eficaz de transformación y adaptación del hombre como ciudadano del mundo. Compromete al rescate de valores fomentados al interior del hogar como los buenos modales, el respeto hacia los demás, la capacidad de escucha, la solidaridad, el cuidado del medio ambiente, el respeto a la naturaleza, la sinceridad, honradez, compañerismo, aceptación del prójimo, servicio a los demás, capacidad de dar y compartir. La convivencia ciudadana, se ve representada en el respeto al peatón, a los conductores, a los compañeros de trabajo, a los hijos, en la relación que se establece con los animales, con las personas en condición de discapacidad, la tolerancia a los ancianos, a los niños, el cuidado de los espacios públicos, el respeto al descanso de los vecinos, al buen nombre e imagen de los demás, en la creación de condiciones de vida adecuadas de vivienda, alimentación, salud y recreación. La convivencia ciudadana compromete al desarrollo de una cultura para la paz, el establecimiento de estrategias educativas orientadas al ejercicio de los derechos fundamentales, el cumplimiento de los deberes, el respeto de los derechos de los demás y la construcción de una cultura ciudadana basada en el diálogo, la comunicación, la autorregulación, la legalidad y la dignificación de la vida y dignidad humana. Reconocer y valorar la importancia de la convivencia ciudadana, garantiza el afianzamiento de conductas éticas con cuestionamientos morales más avanzados, la generación de mejores ciudadanos, la construcción de ciudades prósperas, de sociedades garantes de derechos, de personas éticas y corresponsables que trabajan, de la mano con las autoridades públicas, en la búsqueda del bien común, que participan en las decisiones socioculturales de manera transparente, sin engaños, convirtiendo su conducta en algo digno de imitar y trascender de lo individual a lo grupal.