Dedicadoa los maestros formadores de conciencia y a la doctora Miriam Oviedo de la USCO
El libro Eichmann en Jerusalén de la pensadora judío-alemana Hannah Arendt sigue vigente para comprender el lado más pobre y banal de la condición humana.
Llegó a París en 1933huyendo del nazismo. Fue recluida en un campo de concentración, pero logró fugarse y emigrar a Norteamérica en donde trabajó como profesora universitariay periodista. En 1960 el servicio secreto de Israel arrestó en Buenos Aires al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann -jefe de logística de la deportación de judíos, disidentes, gitanos y homosexuales a los guetos y campos de exterminio que había logrado evadirse de Alemania al fin de la Segunda Guerra Mundial- y lo trasladó a Jerusalén en donde lo enjuiciarían por crímenes contra el pueblo israelí. El periódico New Yorker envió allí a Hannah Arendtpara cubrir el proceso y como producto apareció su obra con el título atrás citado.
Ella cuestiona la acusación y opina que el criminal debiera haber sido encausado pero porcrímenes contra la humanidad. Permítanme una digresión: en 1945 la Carta Internacional de los Derechos Humanos utilizará esta frase. Después la escribe HannahArendt. Pero algo que nunca se menciona: quien por primera vez en la historia habló de “crímenes contra el género humano”, y no, por ejemplo, de crímenes contra los pueblos indígenas de América,fue Fray Bartolomé de Las Casas ensu Brevísima relaciónde la destrucción de las Indias, de 1552. Por esto, y por mucho más, sus escritosparecen tan contemporáneos.
Arendt entrevistó varias vecesa Eichmann, y notó que el reono conocía el programa del Partido Nazi, contestaba a sus preguntas sobre sí mismo con frases hechas,caía en contradicciones, sólo repetía expresiones de líderesultraderechistasy eraun individuo distante de lo real caracterizado por suincapacidad de mirar las cosas bajo la perspectiva del otro.
Fue examinado por psiquiatras y el dictamen fue este: era un hombre “normal”, no un loco, ni un pervertido, ni un sádico, ni la encarnación de una entidad diabólica. Arendtvioen éla un ser hueco pues en su cabeza sólo había NADA y descubrió así una nueva forma de maldad: la ineptitud para pensar,distinguir el bien del mal yentender lasignificación de sus acciones limitándose a ser simple instrumento para cumplir órdenes crueles que podría haberse negado a obedecer, a la cual denominó la banalidad del mal. Insólitoque un hombre tan vacuo hubiera sido el verdugo de más de seis millones de personas.
La tesis de Arendt suscitó reacciones, entre ellas la del letrado judíoGershomScholem que la acusó de traicióna su pueblo por referir cómo jerarcas sionistasseñalaron a hebreos para ser recluidos en campos de muerte. Ella contestó: “Lo que a usted lo confunde es que mis argumentos y mi forma de pensar no son predecibles. O en otras palabras: que soy independiente. Y con ello quiero decir…que no pertenezco a organización alguna y siempre hablo en nombre propio; y…que de lo que se trata es de pensar por sí mismo”. Pensamiento autónomo puro.
Arendt menciona también a la indolencia, el egoísmo y la falta de imaginación para explicar cómo pueden transgredir la vida y la dignidad de los otros. Y, agregamos, el no saber compartir ni defender el territorio, ni dignificar asus gentes y su cultura, es decir, la falta de identidad.
Pensamiento autónomo, imaginación e identidad contra seres frívolosque eligen como gobernantes a victimarios y corruptos.El país y los colombianos merecemos otra suerte.
