La vida enseña que juzgar a otras personas no define realmente quién son ellas, sino que define a quien habla de ellas, que antes de juzgar a los demás es preciso tomarse un tiempo para conocer a fondo a esas personas, para descubrir finalmente, que difícilmente se les llegará a conocer de verdad. La vida enseña que haya que dar besos profundos, entablar conversaciones intrascendentes, que no se debe esperar a que pase la tormenta, sino de salir y bailar bajo la lluvia, que los sueños se pueden hacer realidad si tenemos el coraje suficiente para perseguirlos y no dejarnos derrotar por el miedo y la inseguridad, que los mayores obstáculos se encuentran en la propia mente y sólo nosotros, los podemos eliminar. La vida enseña que no vale la pena perder tiempo odiando, enviando o haciendo daño a los demás, que todos somos importantes, que debemos valorarnos a nosotros mismos para obtener el aprecio y respeto de los demás, que tener una buena autoestima es importante para relacionarse consigo mismo y con los demás, que en ocasiones se confunden la realidad con el engaño que proporciona la apariencia, el poder, el dinero y el estatus social. La vida enseña que es preciso cambiar nuestra manera de ver el mundo, de interpretar con otros ojos la realidad, de no esperar que las cosas sucedan que todo llegue como porarte de magia, de vivir cada día a fin que pasen sin haberse aprendido algo de ellos en realidad. La vida enseña que es preciso salir del dolor, la duda y el rencor, para levantarse y gozar de verdad, que vivir aferrado al pasado no permite darse cuenta que el futuro puede ofrecer cosas mejores y que tal vez, representa una evasión de la propia responsabilidad para reconocer los errores y construir un presente mejor. La vida enseña que todo en la vida es temporal, que nada perdura por siempre, que si todo va bien simplemente, hay que disfrutar y si las cosas se ponen mal, tener presente que no durarán una eternidad. La vida enseña que no se debe mendigar amor, que existen cosas peores que dejar de ser amado o ser abandonado y es recibir de otro las migajas que no quiere tomar, perder la dignidad, el orgullo y el respeto por sí mismo o llegar a convertirse en la marioneta de una persona.