Envueltos en sabanas blancas. William Alvis Pinzón

Gran despliegue mediático ha tenido el golpe militar que la Fuerza Publica le dio a insurgentes de las Farc en el oriente colombiano. Jubilo y gestos de alegría ha despertado en algunos miembros del gobierno y del estamento militar, el “dar de baja” (como eufemísticamente se llama a la muerte), a más de 60 alzados en armas en los últimos días.

Gran despliegue mediático ha tenido el golpe militar que la Fuerza Publica le dio a insurgentes de las Farc en el oriente colombiano.  Jubilo y gestos de alegría ha despertado en algunos miembros del gobierno y del estamento militar, el “dar de baja” (como eufemísticamente se llama a la muerte),   a más de 60 alzados en armas en los últimos días. En el diario discurrir de un conflicto armando los golpes militares inclinan la balanza de la guerra y eso parece ser lo que sucede por estos días, después de las recientes arremetidas de los guerrillos en el Cauca y Nariño.  Mientras tanto, la “opinión publica” premia o castiga al mandatario de turno según el inventario de muertos.  En medio de toda la información y las imágenes sobre el suceso, que mostraron cuerpos envueltos en sabanas blancas y bolsas de plástico, alineando y cubriendo en un campo militar, me impactó por la forma como se venían presentando los hechos, que un funcionario del Instituto de Medicina Legal en un noticiero nacional, al informar sobre las labores de identificación de los cadáveres de los guerrilleros abatidos, en su relato, insistentemente se refería a los muertos como “personas” y creo que lo hacía deliberadamente para llamar la atención de un país indolente y morboso con la muerte. Ciertamente no soy de los que quisiera un gobierno de las Farc ni comparto para nada sus métodos de lucha que violentan libertades fundamentales y rayan con el terrorismo.  Pero no por eso puedo alegrarme al verlos descuartizados por una bomba,  en fila india y rumbo a una fosa común.  Ellos son personas, tal vez equivocadas, excluidas y hasta crueles en no pocos casos, pero colombianos al fin y al cabo, que deberían estar cultivando los campos o proponiendo liderazgos políticos alternativos.  Por eso me resisto a celebrar la muerte y pienso que, el que ella ayude a subir o bajar en las encuestas, según sea el bando que las origine o padezca,  habla del fracaso que somos como nación.  El Presidente dice tener la llave de la paz en su bolsillo, y que no la ha tirado al mar; pero en nuestro país hay gente muy influyente interesada en que la paz sea la de los sepulcros. Nota: Me uno al reconocimiento que se le tributa al Dr. Guillermo Plazas Alcid; sin duda, la persona viva que más ha hecho por Neiva en las últimas décadas.  Sus aportes a la infraestructura de escenarios deportivos de la ciudad, la Universidad Surcolombiana y su empeño permanente por Neiva, en el último tiempo en la celebración de sus 400 años, lo hacen merecedor de un lugar en la historia.

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