Estudio de la locura. Por Alvaro Carrera Carrera

La clínica de reposo Charenton (Inglaterra), inspiró en Peter Weiss su obra Marat/Sade y el teatro del absurdo; se convirtió en alegoría para un movimiento cultural de mediados del siglo XX, en conflicto con la tradición y creencias vigentes. El frenocomio de Charcot (Francia), laboró en la clasificación de los humanos en condición de locura. Con la descripción de síndromes sicóticos, se llegó más lejos, al punto de perfilar el alma humana. Los caracteres que se evidenciaron desde allí, conservan validez, a pesar del predominio posterior de los fármacos para el tratamiento de las enfermedades del espíritu; además, la hegemonía de los laboratorios, no puede poner en duda que hay algo al otro lado de las moléculas y compuestos: es la subjetividad, la conciencia, la idea, la representación de los objetos, del mundo exterior, en el que la locura y el absurdo son parte. Freud maduró sus conceptos en la clínica de Charcot y descubrió la dinámica, las fuerzas que impulsan la personalidad. Encontró que el sujeto está movido por energías como la líbido, el superyó, etc., como otra dimensión, paralela a las fuerzas de la física cuántica o la biología molecular (la comparación es nuestra). Kretschmer logró ordenar los caracteres o temperamentos del sujeto, que impregnan siempre la sociedad: El biotipo pícnico, con tendencia a la sicosis maniacodepresiva (hoy bipolar); el enequético, con predominio del sentimiento egoísta y su llamado por la paranoia y el leptosomático, y su atracción por la esquizofrenia. A pesar de que hayan caído en cierto desprestigio y vulgarización, los biotipos perturban la vida cotidiana de los hombres, el hogar y el trabajo. En la comedia humana, místicos, políticos, autócratas y dictadores, inoculan las sociedades con el temperamento que llevan a cuestas, mucho más de lo que puede pensarse. Así, el hombre pícnico, volcado al exterior, es el político exitoso, popular, atractivo. Bolívar mostró estos rasgos. Con ellos, Mussolini sedujo a Italia. Los dictadores Castro y Chaves, contagian sus países con sus pasiones, ambiciones e incluso, dolencias. Fenotipo del enequético, fueron Stalin y Hitler, exaltados burócratas que confunden el poder con ellos mismos hasta la crueldad. Ejemplo del leptosomático, el dictador autista, frío, insensible, pueden ser Bashar Al-Assad (Siria) y Kadafi (Libia). La tendencia al culto de la personalidad en las naciones sometidas, es evidencia de la peligrosa debilidad síquica de la masa y la sublimación del terror por cuenta de un carácter dominante. Toda la historia se podría reescribir mirando el mundo a través de la locura. El materialismo científico es ilusión; la historia es pesadamente subjetiva.

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