Sismo político. Por William Alvis Pinzón

Lo que inicialmente fue una advertencia de campaña y durante la semana pasada un rumor que crecía como una bola de nieve, terminó convertido en todo un sismo político: la destitución de la Gobernadora Cielo González Villa, por cuenta de un fallo de primera instancia de la Procuraduría General de la Nación, por el escándalo de Tigsa. Ciertamente el fallo es de primera instancia, lo cual significa que contra él se puede interponer un recurso para que se revise la decisión con lo cual se puede cambiar o confirmar la destitución.  No obstante, y como quiera que quien profirió la sanción disciplinaria fue una instancia nacional de la Procuraduría, y es otra instancia, también nacional la encargada de resolver la apelación, el pronóstico es bastante malo para la gobernadora, quien desde hace rato y hasta que salga el fallo definitivo no tendrá cabeza sino para tal asunto. Pero el pronóstico no es malo solo para la gobernadora, sino y sobre todo para el departamento del Huila, que en vez de estar planificando y sentando las bases del cuatrienio, puede entrar en una fase de interinidad e incertidumbre en la que los más perjudicados terminan siendo siempre los más humildes , a quienes tiene que llegar el Estado.  Por eso, y a pesar de no haber votado por Cielo Gonzáles, en nada me alegra su situación.  Pueda que su caída beneficie a otro grupo político y recomponga el ajedrez de la política departamental, pero objetivamente esto le hace daño al Huila. No obstante, esta mala situación que estamos atravesando tiene responsabilidades y no pueden corresponderle a quienes destituyeron o azuzaron la destitución.  La primera responsabilidad le corresponde a la propia gobernadora, quien debió abstenerse de participar en esta contienda, superar los escollos judiciales y presentarse sin cuentas pendientes o dudas judiciales; su juventud se lo permitía.  En segundo término, la responsabilidad política también le cabe al partido de la U, por haber avalado y apoyado la aspiración de Cielo González, a pesar de los nubarrones jurídicos que la amenazaban.  Y en tercer lugar, a sus electores en todo el Departamento, que lo fueron muchos, por resbalarles los reproches disciplinarios  y judiciales que pesaban sobre la candidata a la gobernación. Ojala esté equivocado en los malos pronósticos para nuestro departamento, por cuanto tanto la gobernadora como quienes participan del proceso que se avecina ante una eventual confirmación del fallo, actúen con la madurez y sensatez que corresponde.  Ojalá aprendamos la lección para que el Departamento del Huila no se dé el costoso lujo de transitar caminos de inestabilidad institucional, tal como ha sucedido en la Universidad Surcolombiana.

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