Según las noticias internacionales de estos días, el gobierno del Brasil, encabezado por una mujer que en su juventud hizo parte de agrupaciones armadas populares, está en proceso de desalojo violento de 7.000 familias que habitan las favelas de San Pablo en cuyos terrenos se construirán estadios y demás obras de infraestructura destinadas a la realización del Campeonato Mundial de Fútbol en el 2016. Dice la prensa que ni los organismos defensores de los Derechos Humanos ni la intervención de las Naciones Unidas han logrado impedir que este atropello se cometa o se le dé a todos los afectados la posibilidad de ser reubicados o debidamente indemnizados. El interés del gobierno brasileño por relumbrar al mundo con la celebración de ese evento, está por encima de toda consideración humana con los más pobres de ese país. Pero esto no es nuevo en el Brasil. La revista National Geograpfic denunció hace unos tres años la forma como los ricos de Mato Grosso, encabezados por el Gobernador, deforestaron 300.000 hectáreas para sembrar soja, atropellando las tribus indígenas, contaminando los ríos y construyendo carreteras, sin consideración alguna con el medio ambiente de la más grande reserva de oxígeno del mundo. El estilo de los ricos es arrasar el hombre y la naturaleza. Ya está previsto que lo harán con los asteroides para extraerles el oro. Guillermo Plazas, es el huilense de los recuerdos que crecen. No fui seguir suyo en la política porque desde el colegio simpaticé con el MRL y después con la Dignidad Liberal de Rodrigo Lara y el Nuevo Liberalismo, pero a cualquiera le resulta difícil desconocer su gran contribución al desarrollo del Huila. Ninguno otro parlamentario como el Dr. Plazas puede mostrar una obra visible en este Departamento. Por eso a medida que pasa el tiempo, se dimensiona el accionar de su vida y se consolida su imagen en la memoria de los huilenses. A otros que han pasado por el Congreso los recuerdos los empequeñecen. Merecido entonces el reconocimiento de los huilenses al doctor Plazas el pasado jueves. Igual hizo La China hace pocos años, cuando al construir la represa del Yangtzé, expulsó miles de campesinos de los terrenos que fueron anegados, sin reubicación ni indemnización alguna, simplemente con la advertencia de que se podrían ahogar sino abandonaban las tierras que ocupaban.