Ventana médica Cuando uno tiene autoridad moral para hablar por el derecho a la vida y a los derechos humanos, de pronto puede hasta despotricar sobre otros temas. Pero cuando uno ha sido secuestrador, asesino, ladrón, y ha violado todas las leyes de Colombia, como que ya, no se tiene autoridad moral ni se merece el respeto de la comunidad al dar el primer paso a la legalidad. En el caso del alcalde de Bogotá el señor Petro, comparable en su grandilocuencia con Alberto Santofimio (hoy en la cárcel, por magnicidio o cerebro instigador de la muerte de Luis Carlos Galán Sarmiento). Ninguno de los dos tiene autoridad moral para nada. Petro salió elegido como Alcalde de Bogotá gracias a los jóvenes menores de 35 años; pero quienes pertenecemos a su generación no seriamos tan brutos, torpes y locos como para votar por un individuo maquiavélico y manipulador que ha tratado de cañar a los colombianos, y, como diría otro político mal recordado en el 8000 como Horacio Serpa: Mamola. Hoy viene el Sr. Petro a decir que no asistiría a la Plaza de Toros de Bogotá como presidente de la Plaza. ¡Si quiera y gracias a Dios no va pues los taurófilos y amigos de la tauromaquia no somos ni asesinos, ni secuestradores, ni ladrones, ni ex guerilleros, ni deseamos que imágenes como la del él llenen de recuerdos y de rabia los ruedos. Yo como defensor de la tauromaquia, como un arte, sé protestar con respeto. Pero no admito que a puños o a garrote me traten de vender una idea o una ideología o un falso derecho. Al que le guste la gente de su mismo sexo, o cualquier deporte, lo respeto. Pero, si existimos personas que nos gusta la tauromaquia y no queremos que nos la monten y nos tilden de personas que no respetamos la vida y la naturaleza. Toda mi vida he tenido caballos, perros, aves y también toreé. Pero también ayude a manejar una empresa taurina como lo era Tesma (Toros y espectáculos Macarena) de la cual vivían cientos de personas, al igual que con orgullo también le ayude a mi tío Darío Restrepo Jaramillo (ex torero) a montar su finca o hacienda de toros de Lidia “El Encenillo”. Como decía Darío Echandía para los cultos o incultos que me critiquen: “Colombia es un hermoso país lleno de cafres”. Por eso, y porque tenemos tradición y una cultura de cientos de años no quiero que maten nuestras costumbres. Los toros y la tauromaquia existen en diferentes expresiones, en diferentes países, y en Colombia. Ningún alcalde loco va a venir a impedir las expresiones culturales.