La presidenta brasileña rechazó el embargo que mantiene Estados Unidos sobre Cuba desde 1962 y opinó que la mejor forma de combatirlo es “brindar a Cuba nuestra colaboración en diferentes áreas”. La presidenta brasileña rechazó el embargo que mantiene Estados Unidos sobre Cuba desde 1962 y opinó que la mejor forma de combatirlo es “brindar a Cuba nuestra colaboración en diferentes áreas”. LA HABANA (AFP) – La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y su homólogo cubano, Raúl Castro, fortalecieron las relaciones bilaterales con nueve acuerdos económicos y de cooperación, tras conversaciones en que soslayaron el tema de los derechos humanos. Los acuerdos suscritos en el Palacio de la Revolución de La Habana tras las conversaciones entre ambos presidentes, incluyen áreas de salud y aviación civil, entre otras. Un comunicado oficial cubano, leído en el telediario local, destacó que Rousseff y Castro “intercambiaron sobre el excelente estado de las relaciones bilaterales” y “destacaron la puesta en marcha de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) para enfrentar los grandes retos de los países de la región”. Rousseff rechazó hacer críticas a Cuba en derechos humanos y dijo que prefería abordar ese controvertido tema desde una “perspectiva multilateral”. “Quien tira la primera piedra, tiene tejado de vidrio. Nosotros en Brasil tenemos los nuestros. Entonces yo concuerdo en hablar de derechos humanos desde una perspectiva multilateral”, declaró a los periodistas antes de sus pláticas con Raúl Castro. En todo caso, “vamos a comenzar a hablar de derechos humanos en Brasil, vamos a hablar de derechos humanos en Estados Unidos, con respecto a (…) Guantánamo, vamos a comenzar a hablar de derechos humanos en todos los lugares”, añadió. Sobre el caso de la bloguera opositora cubana Yoani Sánchez, que le solicitó visa para viajar a Brasil, la mandataria señaló que se la había concedido. “Yo di, Brasil dio, su visa para la bloguera”, dijo. “Los demás pasos no son de la competencia del gobierno brasileño”, agregó, en alusión al permiso de salida de la isla, que La Habana ha negado reiteradamente a Sánchez. Esta es la primera visita de un mandatario extranjero luego de la muerte del opositor preso cubano Wilman Villar, de 31 años, en una huelga de hambre el 19 de enero, que desató críticas a La Habana desde el exterior y muestras de dolor e ira entre la disidencia interna. El académico cubano Arturo López Levy, de la Universidad de Denver (Colorado, EEUU), explicó que “una condena brasileña altisonante sobre asuntos internos cubanos puede crear una crisis en la relación bilateral y marcar puntos retóricos en la prensa norteamericana, pero no harían diferencia positiva alguna en la coyuntura política de la isla”. En todo caso, la influencia de Brasil es “como acompañante de las reformas (económicas) raulistas”, agregó el analista. Rousseff confirmó que visitará al líder cubano Fidel Castro, de 85 años, alejado del poder desde 2006 por una grave crisis de salud, y sustituido por su hermano, el actual presidente Raúl Castro. “Espero esa entrevista con mucho orgullo”, dijo la mandataria, quien sufrió prisión y torturas durante la dictadura militar en su país (1964-1985), debido a su militancia izquierdista. La presidenta brasileña rechazó el embargo que mantiene Estados Unidos sobre Cuba desde 1962 y opinó que la mejor forma de combatirlo es “brindar a Cuba nuestra colaboración en diferentes áreas”. Señaló que existe “una cooperación estratégica favorable” entre los dos países en áreas como la biotecnología, donde Cuba tiene una estructura excepcional y competitiva y Brasil una alta capacidad tecnológica. Añadió que además de un crédito de 400 millones de dólares concedido a Cuba para importación de alimentos brasileños, recientemente aprobó financiamiento para la compra de equipamiento, maquinaria y tractores que estimulen la producción agrícola cubana. “También estamos haciendo una gran contribución a la construcción del Puerto del Mariel (50 km al oeste de La Habana), el cual constituye un sistema de exportaciones de bienes producidos en Cuba”, dijo. Según Rousseff, en ese proyecto de unos 900 millones de dólares, su país aporta 640 millones para construir la infraestructura.