‘Mi papito dijo que se quería morir’

Hernando Quevedo, un humilde obrero de la construcción, tomó anoche la equivocada decisión de acabar con su vida, luego de la separación con su compañera sentimental. Hernando Quevedo, un humilde obrero de la construcción, tomó anoche la equivocada decisión de acabar con su vida, luego de la separación con su compañera sentimental. Su hija, Michael de 10 años de edad, acompañó a su padre hasta el hospital y narró con tranquilidad la dramática historia que tiene al hombre entre la vida y la muerte. LA NACIÓN, NEIVA “Él dijo que quería acabar con todo, que quería morirse”,  afirmó con entereza admirable Michael, la hija mayor de Hernando Quevedo, un humilde obrero de la construcción residente en el barrio San Antonio bajo, contiguo al Siete de Agosto en la Comuna Cinco de Neiva. La menor, en compañía de su tía y de su abuela, narró los momentos vividos junto a su padre de 27 años de edad, cuando éste tomó la equivocada y fatal decisión de acabar con su vida, al no poder afrontar la separación de su esposa, la madre de sus cuatro hijos. Un mal día fue el detonante para Hernando. Michael aseguró que el patrón no le pagó el día y el hombre se encontraba desesperado. Junto a un familiar se sentó a tomar cerveza en una tienda del barrio y le confesó a su hija la determinación de terminar su existencia. “Mi papito decía que sin mi mamá ya nada valía la pena, que él prefería estar muerto. Yo le decía que no dijera eso, que yo lo quería mucho y mis hermanitos y abuelitos también lo necesitaban, pero él solo decía que quería morirse”, aseguró Michael. Motivaciones Al parecer, una infidelidad del hombre impulsó a su compañera sentimental a separarse. La familia vivía en un lote al que paulatinamente le estaban acondicionando los servicios públicos domiciliarios y en el que tenían puestas muchas ilusiones. Sin embargo, cuando la compañera de Quevedo descubrió el adulterio decidió firmemente divorciarse y se fue a vivir con sus hijos al barrio Monserrate, cerca a sus familiares. Los niños mayores de 10 y 8 años, decidieron vivir con su padre, “para que no estuviera solo”. En el San Antonio bajo, los pequeños en compañía de sus abuelitos intentaban reorganizar una familia para el obrero, sin embargo, el hombre insistía en la necesidad de tener al lado a la madre de sus hijos y la tristeza acompañaba sus días. La decisión Michael aseguró que su papá compró una papeleta de Nevugón en el centro de la ciudad, porque le confesó entre llanto a su hija que había tomado la decisión de acabar con su vida. La pequeña intentó hacerlo desistir de sus propósitos y le recordó el gran afecto que hacia él sentían Sin embargo, en la tienda del barrio donde departía con un familiar, ingirió el contenido del sobre, luego que mandó a la pequeña a cambiar un billete.  Cuando la niña regresó encontró al hombre en el suelo, babeando y retorciéndose. “Yo le decía a él que todo eso era una mentira, que él no nos podía dejar solos, que no podía morirse y él me decía que estaba bien, pero yo tengo miedo que no sea así”, manifestó Michael. Ascensión Perdomo, la humilde anciana madre del obrero, entró en pánico junto a los niños. Gloria Quevedo, hermana del hombre ayudó a trasladarlo en un mototaxi hasta el puesto de salud en el barrio Siete de Agosto. Sin embargo, en el centro asistencial no está habilitado el servicio de urgencias, por lo que Hernando fue remitido al Hospital Universitario de Neiva en una ambulancia. El hombre ingresó al ‘Hernando Moncaleano’ a las 7:26 p.m., los galenos le realizaron un lavado intestinal e intentaban anoche mantenerlo con vida. Afuera de la unidad de urgencias, sus hermanos, su mamá Ascensión, su papá Miguel Ángel y su fiel escudera Michael rogaban a Dios para que el hombre superará la crisis. Entereza Michael Dayana habló con franqueza y tranquilidad a LA NACIÓN. Es una pequeña inteligente y charlatana que afronta la vida con una entereza extraordinaria, demasiada para su corta edad, tanto que en algunos momentos pareciera que fuera un adulto pequeño el que estuviera conversando. Ella aseguró que junto a sus hermanitos están preparados para enfrentar cualquier circunstancia que le presente la vida, porque su abuelita así se los ha enseñado, analizó las dificultades que diariamente los acompañan en su humilde existencia y afirmó que sus hermanitos menores son mucho más fuertes que ella. Antes de despedirse, preguntó si su padre fallecería y una vez más su franqueza obligó a un prolongado silencio. La familia y los niños requieren con urgencia apoyo psicosocial.