Las ‘secretas’ confesiones de dos sacerdotes

Cuando la sociedad se enfrenta a duras pruebas sobre valores humanos y persisten los cuestionamientos por la tendencia al consumismo generalizado, al libertinaje, a la relativización de las costumbres y tradiciones, hombres del Huila siguen dando un sí a la vida sacerdotal en el catolicismo. Cuando la sociedad se enfrenta a duras pruebas sobre valores humanos y persisten  los cuestionamientos por la tendencia al consumismo generalizado, al libertinaje, a la relativización de las costumbres y tradiciones, hombres del Huila siguen dando un sí a la vida sacerdotal en el catolicismo.  Dos historias humanas que convergen en torno a la fe. Dos hombres, dos épocas, una sola vocación sacerdotal. Pasado, presente ¿y futuro? del sacerdocio. Heber Zabaleta Parra LA NACION, Neiva Las ‘secretas’ confesiones de dos sacerdotes Son dos hombres, aunque con 45 años de diferencia, ambos están consagrados a la fe y con la vocación sacerdotal más vigente que nunca, pese a las múltiples tentaciones existentes en el mundo laico. Son dos hombres, quienes sin perder la esencia de su ministerio y conservando las diversidades de cada una de sus épocas, transmiten un mismo mensaje de espiritualidad y luminosidad basado en el catolicismo. Son dos hombres, a pesar de los cambios y las modificaciones de la sociedad de hoy, que buscan con sus estilos de vida dar un verdadero ejemplo a las comunidades de que se puede mantener la certidumbre sobre Dios y su  presencia. Son dos hombres, quienes fácilmente  pueden ser confundidos como abuelo y nieto, pero en las palabras y las acciones quedan  en evidencian dos seres humanos que comprendieron un mensaje superior y asumieron la voz para comunicarlo a sus conciudadanos, a través del servicio. Se trata de Diógenes Valenzuela y Ricardo Aníbal Perdomo Losada. El primero está a punto de cumplir  70 años de edad y 40  de ejercicio sacerdotal. El segundo de 25 años de edad y apenas año y medio de haberse ordenado como clérigo, quienes hoy se confiesan con LA NACION. Ellos representan dos generaciones de sacerdotes, de hombres de Dios, quienes recibieron un mismo llamado, aunque en momentos diferentes, para entregarse a una vocación de servicio, a un llamado que no conoce de horarios, ni de fronteras físicas, sino de convencimiento  alrededor de la fe católica que sus mayores comunicaron con desprendimiento y sin mezquindades y ellos captaron y acataron con inocencia. ¿Por qué se hizo sacerdote, cuál  fue la inspiración? Diógenes Valenzuela: Fue un llamado de Dios.  Mi vocación comenzó alrededor de los años 50, siendo acolito de la Catedral y en presencia de monseñor Rómulo,  monseñor Torres,  y muchos sacerdotes antiguos que le enseñaron a uno a ser amante del  sacerdocio. Le llamaba a uno la atención la devoción con que ellos celebraban la eucaristía y cuando todavía era de espaldas al pueblo. Ricardo Perdomo: El sacerdocio es un llamado de Dios, al cual se responde generosamente a través del seminario, de las motivaciones de los sacerdotes en sus parroquias, y ver a párrocos mayores, dedicados, abnegados, entregados  a su ministerio pastoral, y a partir de ahí surgen inquietudes, preguntas, respuestas y gracias a que en la Diócesis de Neiva tenemos el Seminario Mayor de San Esteban, allí pudimos discernir la vocación gracias a los formadores que nos  ayudaron a encontrar, y entender como se podía servir al Señor a través del ministerio sacerdotal en la Iglesia Católica. ¿Qué decirle a los jóvenes sobre la vigencia del sacerdocio. Es una opción de vida hoy? D.V. Sí, es un proyecto de vida muy bien llevado. Una de las características del sacerdote viejito, antiguo, joven, de la edad media, siempre es la actitud de alegría en su ministerio. Por eso  a nivel mundial esta profesión es considerada la más alegre y por ello los laicos deben vernos a nosotros como hombres realizados y no como hombres aburridos y amargados que algunos quieren crear. R.P. Claro que el sacerdocio sigue siendo válido.  El Señor sigue llamando a distintos jóvenes, de todas las épocas, de todas las edades, a servir en el ministerio sacerdotal. La vocación es un  don  inmerecido que recibimos y al cual nosotros respondemos a pesar de nuestra precariedad, de las dificultades, respondemos como un Don de Dios en esta tierra, en esta historia, en este momento.  Y hoy seguimos necesitando de muchos jóvenes  que respondan al sacerdocio, porque  Dios sigue llamando, sigue haciendo resonar su invitación del evangelio. Basta que nosotros digamos que sí y ÉL hace su obra. Y es que la vocación, más que la certeza de un llamado, es la generosidad de una respuesta, como decía uno de mis rectores en el Seminario. Dios quiere personas generosas, entregadas, decididas en estos momentos, para seguir extendiendo el reino  de los Cielos y seguir dando esperanzas a las personas que hoy no la tienen. ¿Cuál debe ser el papel de los laicos con la Iglesia? R.P. Yo pienso que los laicos siguen cumpliendo un papel fundamental. El Documento de Aparecida habla del  protagonismo del laico, al igual que el Concilio Vaticano II. Hace falta el despertar del laico en los  distintos entes, movimientos, pero también gratitud a todos  los laicos  que nos colaboran, a sus esfuerzos. Gracias a los laicos están las parroquias. Un Dios le pague a  todos los laicos decididos, generosos, comprometidos, entregados a la acción pastoral y la invitación a muchos  otros a seguir apoyando a la Iglesia, siendo conscientes de nuestra dimensión misionera desde el bautismo. La misión de evangelizar y comunicarlo es de todos: sacerdotes, vida consagrada, vida laical. Todos estamos llamados a ser misioneros, a comunicar el evangelio. D.V. Uno espera mucho más compromiso de los laicos con la Iglesia. Es decir los católicos tenemos a veces en nuestro ambiente un catolicismo  de barniz, de oportunidad simplemente, de celebraciones, de momentos, pero hace falta ese compromiso de entender que el bautismo lo hizo miembros del cuerpo místico de la Iglesia. Y en verdad sí necesitamos de unos laicos más comprometidos y contamos con ellos. ¿Qué le hace falta a usted como sacerdote de la vida laica? R.P. Nada me hace falta. Esta vocación es completa, feliz, donde uno se siente realizado. No extraño nada, porque no es que uno se hace sacerdote y lo castran, de ninguna manera. Es una vida en la libertad, consciente, de entrega con todos los hermanos. El sacerdocio es un don de Dios entregado a los hermanos. D.V. Nosotros estamos injertos en el mundo laico, lo que pasa es que debemos ser testimonios en el mundo. Vemos sacerdotes metidos en el fútbol, en los medios de comunicación, en eventos y fiestas sociales, y su comportamiento es de dignidad, de ejemplo, de testimonio. Todo aquel desborde de falta de espiritualidad, laicicismo, de burdeles, de borracheras, eso no lo anhela ningún sacerdote  y es el desperdicio que tiene el mundo laico. Sacerdote Diógenes, ¿qué  aprendió usted hace 40 años en el seminario que le recomendaría a los sacerdotes de hoy? D.V. En verdad, el Sacerdocio sigue siendo  único. Nosotros fuimos educados en el contexto del Concilio Vaticano II, que hace 50 años se realizó y esa es la doctrina básica y fundamental de la Iglesia. El Concilio Vaticano II  es el eje transversal de toda pastoral dentro de la iglesia. Sólo le recomendaríamos a los sacerdotes jóvenes es que sean  más programáticos, no improvisen, sean responsables.  A veces, como que la juventud es más folclórica y es más llevada a la vida fácil. Pero nosotros hemos visto en los sacerdotes jóvenes personas comprometidas de seriedad y responsabilidad. Sacerdote
Ricardo, ¿qué aprenderían ustedes los jóvenes de los antiguos? Y de lo que ustedes conocen, de lo nuevo, ¿qué les gustaría que ellos supieran, compartieran? R.P. Los sacerdotes mayores nos enseñan con su ejemplo, decirnos que sí se puede llevar una vida de fidelidad,  de entrega, de dedicación, donación. Nos da alegría  ver esos sacerdotes mayores con su pelo envejecido, muestra de entrega de hasta el último día de sus vidas. Eso realmente es una motivación para nosotros los sacerdotes que apenas estamos  iniciando el ministerio. Toda persona mayor es fuente de sabiduría, de ciencia, de Dios. Aquí no se trata de cosas nuevas, de novedades, todo es un don de reciprocidad, de complementariedad,  nosotros aprendemos de ellos, nos enseñan y transmiten esa sabiduría. ¿Cuál es su máxima aspiración dentro de la Iglesia Católica R.P.  A ser Santo. A ser un buen cristiano. Porque nosotros en la Iglesia no hacemos carrera, no nos arrogamos títulos, nosotros aspiramos a ser santos en la vida cristiana y de esta manera siempre obrar con rectitud, con transparencia. D.V. Esperamos seguir sirviéndole a la Iglesia, siempre dinámicos, con la edad avanzada pero con un espíritu joven llegar a todos los retos que nos presenta este mundo. Bastante difícil es el contexto de hoy, pero no debemos acobardarnos, sino  siempre ser llenos del Espíritu Santo. Aspiro a cada día ser un servidor de la  comunidad en todas  las facetas que se pueda. Una  anécdota  sacerdotal D.V. Cuando era párroco de Diego de Ospina o Quebraditas,  andaba por los barrios del sur en una bicicleta que compre en cinco mil pesitos. Tenía el despacho parroquial en el mismo  templo. Una vez se me olvidó encerrar la bicicleta y cuando  salí de oficiar la misa, se habían llevado la bici.  Me tocó durante un amplio tiempo cruzar Río del Oro por las piedras, a pie, pues no había puente, hasta cuando conseguí un carrito y pude superarme un poquito. R.P. La cercanía con la gente, el cariño de los feligreses. Pero algo curioso, es que cuando estaba aprendiendo a conducir el  vehículo de la parroquia, yo estoy en San Roque en El Caguán y salía a cumplir una cita, se le perdieron  los frenos, se bloqueó la dirección,  y me he estrellado contra un poste. Por voluntad de Dios no han pasado cosas mayores y son experiencias que nos han enseñado a ser más prudentes en la vida y cuidadosos con el carro. ¿Cuál sería el mensaje de un sacerdote joven para la comunidad de Neiva R.P. Seguir creciendo en la vida cristiana. Seguir conociendo más nuestra fe, acercarnos a Jesucristo. Ser un buen cristiano en este mundo. …Y de uno de 40 años de experiencia y trabajo D.V. Que singamos amando a la Madre Iglesia. Yo he dicho siempre que todos los que se han ido a iglesias de garaje, son cristianos, católicos sin compromiso.  Son los que han destetado de su madre. Nunca uno  se va de su madre, entonces que vuelvan a la Madre Iglesia muchos laicos que por susceptibilidades, por alguna  ignorancia religiosa han dejado la verdad y el fundamento de la Iglesia que es una santa católica. Que en estos 400 años hagamos la nueva evangelización para hacer de Neiva una ciudad nueva en la fe, la esperanza  y el amor.

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