La congestión que promueven algunos taxistas a lo largo de la carrera quinta, en la zona de bebederos en el corazón de Neiva se salió de control. No hay poder humano ni autoridad alguna que garantice la movilidad por este sitio. Aunque parezca apenas un “lapsus linguae”, una metida de pata verbal o una expresión coloquial, no será fácil lo que tendrá que afrontar el concejal de Bogotá, opita de nacimiento, Jorge Durán Silva tras manifestar en público, tratando de poner orden en una sesión, que la misma se podría convertir en una “merienda de negros”. Si bien han surgido voces que abogan por que a esa manifestación verbal del concejal no se le da mayor importancia, estos son otros tiempos y otro el contexto en el que nos movemos política y socialmente. De antiguo, la frase de Durán hubiese pasado como una expresión castiza más, un chascarrillo con la intención de ser más claro en sus intenciones de mantener la disciplina en el salón de sesiones; pero ahora no, considerando no sólo el mayor grado de civilidad, respeto por las diferencias y protección de grupos antiguamente excluidos y discriminados, sino porque tales conductas ya tienen incluso alcance penal. Y justamente hace unos meses se expidió la Ley 1482 que elevó a tipo penal el hostigamiento por motivos de raza, religión, ideología, política, u origen nacional, étnico o cultural. La norma señala con claridad que quien promueva o instigue actos, conductas o comportamientos constitutivos de hostigamiento, orientados a causarle daño físico o moral a una persona, grupo de personas, comunidad o pueblo, por razón de su raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo u orientación sexual, incurrirá en prisión de 1 a 3 años y multa de 10 a 15 salarios mínimos mensuales. Y tal castigo se agrava si, como en el caso posible de Durán Silva, la conducta se ejecuta por parte de servidor público. Quizá a muchos parezca hoy que este tipo de comportamientos no deberían merecer, si acaso, nada más que un reproche social y público, o que se concluiría con las debidas excusas del ofensor, en tanto al otro lado hay quienes propugnan por el severo castigo penal o disciplinario, como está ocurriendo ahora con el diputado antioqueño Rodrigo Mesa Cadavid, tras su escatológica y vulgar frase contra los chocoanos. Pero en ningún caso debe perderse de vista el nivel de representación ciudadana que tienen los dos señalados personajes, la investidura que ostentan y el ejemplo que, como dignatarios, deberían brindarles al resto de la población. En el caso de la frase del concejal, la expresión “merienda de negros”, usada coloquialmente en algunas regiones de América Latina, tiene un clarísimo antecedente esclavista que ponía a la persona de raza negra como carente de orden y anárquica, pronta a saltarse las reglas vigentes que regían la sociedad colonial. De manera tal que su uso hoy no sólo es anacrónico y fuera de lugar sino también ofensivo, y corresponde a los tiempos actuales darle toda la relevancia a la igualdad de derechos y obligaciones, y eliminar cualquier forma de discriminación por razones de raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo u orientación sexual. DESTACADO “La expresión “merienda de negros”, usada coloquialmente en algunas regiones de América Latina, tiene un clarísimo antecedente esclavista”. EDITORIALITO La congestión que promueven algunos taxistas a lo largo de la carrera quinta, en la zona de bebederos en el corazón de Neiva se salió de control. No hay poder humano ni autoridad alguna que garantice la movilidad por este sitio.