Finalizados anoche los Juegos Olímpicos nuestro país debe pasar de la emoción, la pasión y el júbilo inmortal por la impresionante gesta de los deportistas colombianos, Finalizados anoche los Juegos Olímpicos nuestro país debe pasar de la emoción, la pasión y el júbilo inmortal por la impresionante gesta de los deportistas colombianos, en la mejor actuación de su historia, a la seria reflexión de cómo encarar este momento de gloria para no dejarlo caer y sacarle el mejor provecho a todo el entusiasmo que han despertado las 8medallas obtenidas. Como decía el tribuno José Acevedo y Gómez en el balcón santafereño de 1810, no hay que dejar pasar este momento de efervescencia y calor para ir tomando decisiones de fondo que le permitan al país concretar, en masa, los éxitos individuales de nuestros atletas, la mayor parte de ellos fruto más de su esfuerzo y obstinación personal que resultado de serias políticas de apoyo al deporte. Vale decir que las ocho medallas obtenidas por la delegación cafetera lo fueron en deportes individuales, y así ha sido siempre desde 1972 cuando el tirador barranquillero Helmut Bellingrodt nos dio la primera presea. Se nota nuestra falta de sentido colectivo, de trabajo en equipo. Y estas ocho preseas han dado lugar, por supuesto, a una sana discusión en torno al enorme apoyo financiero, administrativo y estatal que desde hace mucho tiempo ha tenido el fútbol – juego colectivo por excelencia – en desmedro del resto delas disciplinas. No sobra señalar que los Juegos Olímpicos cuentan con 36deportes, en varias categorías individuales y colectivas, y el fútbol es apenas una de ellas; sin desconocer el enorme impacto que tiene el entorno futbolístico, las masas que se mueven alrededor, el contexto de gran peso comercial que le rodea y la preponderancia publicitaria que se le brinda, las glorias obtenidas por Colombia en el mundo no han llegado justamente por vía delos goles: ciclismo, boxeo, patinaje, pesas y atletismo han sido las de mejores resultados, acompañadas ahora de bicicrós BMX, judo, taekwondo y lucha. El mismo peso comercial que tiene el fútbol debería obligar al Estado todo (Nación, entes territoriales) a dedicar el grueso de sus esfuerzos y presupuesto a esas disciplinas que han probado su éxito, y dejar al sector privado el usufructo, y financiación, del balompié. Por ejemplo, hablar hoy de $32 mil millones para más obras en el estadio de fútbol de Neiva no se compadece con la absoluta pobreza y desamparo en que se entrenan nuestros atletas para los Juegos Nacionales, quienes con menos del 5 por ciento de esa cifra podrían tener completo apoyo para llevar la bandera opita. El país todo debe asumir este tipo de discusiones, mantener el ritmo que les han imprimido Coldeportes y el Comité Olímpico a estos retos, aumentar significativamente las subvenciones a los atletas de alto rendimiento, crear otros estímulos, financiar a fondo las escuelas de formación en todo el territorio y convertir al deporte en otra locomotora nacional. Y lo mejor, sobra materia prima para eso.