KABUL (AFP) – Casi 50 personas murieron en atentados perpetrados en tres provincias de Afganistán, convirtiendo ayer martes en uno de los días más sangrientos en lo que va de 2012 en el país. KABUL (AFP) – Casi 50 personas murieron en atentados perpetrados en tres provincias de Afganistán, convirtiendo ayer martes en uno de los días más sangrientos en lo que va de 2012 en el país. Si tenemos en cuenta sólo las víctimas civiles, esta jornada es incluso la más devastadora desde el 6 de diciembre de 2011, cuando murieron 84 personas durante ataques contra la comunidad chiita en Kabul y Mazar i Sharif. El 15 de abril, unos atentados coordinados, sobre todo en la capital, Kabul, dejaron 51 muertos, pero 36 de ellos eran atacantes. Los ataques fueron perpetrados en las provincias de Nimroz, Kunduz y Badajshan . En los dos primeros casos, los blancos eran mercados, causando muchas víctimas. El balance es terrible en Nimroz, un territorio normalmente tranquilo con la excepción de una matanza el 11 de agosto, cuando un policía acabó con la vida de 11 colegas. Al menos 31 personas perdieron la vida este martes en su capital provincial, Zaranj, según el gobernador Abdul Karim Brahawi, y un centenar resultaron heridas. Tres kamikazes se hicieron estallar “cerca de un bazar donde estaban congregadas muchas personas para hacer las compras del Aid el Fitr”, las fiestas del final del ramadán, que acaba esta semana, declaró Mujibulá Latifi, adjunto del jefe de la policía de la provincia de Nimroz. “Los ataques contra musulmanes cuando ayunan es una señal de enemistad contra el islam”, comentó el presidente Hamid Karzai, que condenó el atentado. Los atacantes formaban parte de un grupo de once insurgentes, de los que dos fueron abatidos el lunes por la noche, tres habían sido detenidos por la mañana y otros tres fueron abatidos durante la jornada, según Latifi. En la provincia de Kunduz, una de las más violentas del norte del país, al menos nueve personas murieron y otras 36 resultaron heridas al estallar una bomba adosada a una motocicleta y detonada por control remoto en un mercado, informó Lal Ahmadzai, portavoz de la policía de este territorio. Según el portavoz provincial, Enayatulá Jaliq, diez civiles perdieron la vida y 30 más sufrieron lesiones en este atentado, cometido en el distrito de Achi, fronterizo con Tayikistán. Un gobernador de distrito también fue asesinado durante una emboscada en Badajshan, informó Abdul Maroof Rasekh, portavoz de esta provincia montañosa y con fama de tranquila. Por el momento, la AFP no ha podido contactar con los talibanes que llevan a cabo la insurrección en Afganistán. El balance es muy preocupante, puesto que dos de los tres territorios atacados este martes no solían ser blanco de la violencia, que suele cebarse con el sur (Helmand, Kandahar, Oruzgán, etc.) y el este (Jost, Paktia, Nangahar, etc.) del país, bastión de los talibanes y de sus aliados. Expulsados del poder a finales de 2001 por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, los talibanes combaten al gobierno afgano y a sus aliados de la OTAN. Los atentados suicidas y las bombas de fabricación casera son sus armas predilectas. Y pese a la paulatina retirada de la mayoría de las tropas extranjeras de Afganistán, siguen siendo, junto con el ejército y la policía, blanco de los rebeldes. Los efectivos de la coalición internacional no son sólo blanco de insurgentes. El secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, declaró este martes estar “muy preocupado” por la multiplicación de los asesinatos de militares de la coalición en Afganistán por parte de hombres con uniformes del ejército o de la policía afgana. De todos modos, los civiles son los que pagan el mayor tributo en este conflicto. En 2011, más de 3.000 de ellos murieron por la violencia, según la ONU. Según la UNAMA, la misión de las Naciones Unidas en Afganistán, más de 13.000 civiles afganos murieron a causa de la guerra desde 2007.