El hacinamiento carcelario sigue siendo un tema preocupante. El Huila no escapa al drama que padecen los internos. Con razón los defensores públicos han elevado su voz de alarma reclamando soluciones. El presidente Juan Manuel Santos se ha lanzado con la mayor apuesta de su gobierno, dándole movimiento a la cerradura de la paz, bloqueada con varios candados desde aquel 20 de febrero de 2002 cuando secuestraron, en el aire, al senador Jorge Eduardo Géchem. La apuesta de Santos, manejada inicialmente con el sigilo y la prudencia que asunto de tan hondo calado exige, aún está en mora de digerirse, analizarse y sopesar frente a la obligada relación costo-beneficio que esto pueda tener para el país. Ha dicho el señor Presidente que no se cometerán los errores del pasado, en abierta alusión al desastre en términos de confianza que nos dejó la frustrante experiencia del Caguán, o a los sinsabores de conversaciones en Tlaxcala, Caracas y Maguncia, en donde el país se vio burlado, engañado e incluso muchos sienten que humillados por la actitud de la contraparte alzada en armas. Mientras se discutía, negociaba o se buscaban acuerdos, las Farc y el Eln continuaban secuestrando, asaltando pueblos, asesinando y desplazando. A juicio del Primer Mandatario, estos diálogos ya en marcha deben encaminarse al fin del conflicto, no a su prolongación, señalando el claro derrotero que deben tener este tipo de contactos, de manera tal que no se trate simplemente de acordar un cese del fuego o treguas o simples acercamientos de buena voluntad, sino que deben tener el claro propósito de firmar un verdadero cierre de la violencia y de la lucha armada que han carcomido buena parte de nuestras energías como nación, territorio y carácter de república democrática. Y con todo énfasis y razón Santos señala que se mantendrán las operaciones militares sin dejar de ejercer la soberanía sobre ningún área del territorio nacional. Mensaje que evitará el temor de que estos primeros movimientos de ajedrez político con la guerrilla se puedan convertir en peligrosas concesiones de territorios. La agenda previa, según se ha revelado, incluye por primera vez, temas sensibles como la desmovilización, el desarme, considerados en el pasado como un inamovible. Que las Farc hayan aceptado estos temas, de entrada constituye un logro sin precedentes y puede orientar la seriedad de la agenda que se debe discutir fuera del país, con mediación internacional. No en vano Estados Unidos evaluó positivamente todo esfuerzo que sirva para poner fin al prolongado conflicto interno, como lo acaba de señalar el Departamento de Estado al darle la bienvenida a este propósito para instaurar una paz duradera en Colombia. Y también las voces de la Unión Europea y de otros países. Una apuesta que arranca con pie derecho. Prudencia, seriedad y firmeza es la línea marcada, la cual acompañamos con el convencimiento de que, en todo caso, y como recomiendan los buenos abogados, es mejor un mal arreglo que este buen pleito que ya ajusta 60 años. Las voces contrarias a esta arriesgada jugada deben ser oídas, incluso más que las de apoyo, para convertir esta ruta en un camino menos pedregoso. De eso se trata el fin buscado, con la justificación del cumplimiento de la obligación constitucional de la paz. Buen viento y buena mar señor Presidente. DESTACADO “Que las Farc hayan aceptado estos temas, de entrada constituye un logro sin precedentes y puede orientar la seriedad de la agenda que se debe discutir fuera del país, con mediación internacional”. Editorialito El hacinamiento carcelario sigue siendo un tema preocupante. El Huila no escapa al drama que padecen los internos. Con razón los defensores públicos han elevado su voz de alarma reclamando soluciones.