¿El Vice se va?

Nunca antes en la historia nacional se había discutido tanto, y sabido mucho más, de la salud de nuestros líderes Nunca antes en la historia nacional se había discutido tanto, y sabido mucho más, de la salud de nuestros líderes que como lo que está pasando con el presidente Juan Manuel Santos, ya fuera de todo peligro, y la posible renuncia del vicepresidente de la República, Angelino Garzón, justamente por razones médicas derivadas de sus graves problemas casi desde el momento de su posesión. Si bien el reciente diagnóstico de cáncer de próstata no indica que sea mortal pues se trata de un tipo de cáncer leve, descubierto a tiempo, tratable, que ni pone en peligro su vida de inmediato ni afecta sus facultades mentales, sí se plantean serias dudas respecto de su capacidad para, eventualmente, ejercer la Presidencia en caso de ausencia del titular. Sobre todo considerando que Garzón ha sufrido en los últimos dos años un infarto que requirió cinco puentes coronarios (bypass), un accidente cerebrovascular que obligó a inducirle un coma varios días, y ahora deberá enfrentar 39 sesiones de radioterapia. Cualquier persona, sin ninguna responsabilidad importante, inevitablemente tendría que declararse en incapacidad laboral. Pero más allá de las consideraciones políticas o institucionales, lo que está en juego es la vida misma y la calidad de existencia de la persona de Angelino Garzón. Aunque él mismo ha dicho que está en condiciones de desempeñar sus funciones y, antes más que ahora, descartaba la posibilidad de renunciar, los últimos acontecimientos deberían obligarle a tomar una decisión de fondo, por el bien mismo suyo y la tranquilidad de su familia. Vista la situación, tanto desde la probable incapacidad de desempeño óptimo de una eventual Presidencia, que depende de factores externos y no de él mismo, pero que pondría al país frente a una situación complicada, como desde su propia salud, el vicepresidente Garzón parece mantener una situación más propia de la obstinación por no darles gusto a algunos malquerientes o rivales políticos que de responsabilidad y seriedad ante los colombianos. Y en ese sentido se ha pronunciado en los recientes días, alegando que su salida depende no de él sino del presidente Santos o del Congreso, dejando en manos de terceros una decisión que, en su caso y en el de cualquier persona, depende de sí mismo. La renuncia a un cargo es – en términos teóricos – una determinación individual, íntima, autónoma y libre de quien la toma, por lo cual la posición de Garzón se orienta más a descargar esa, su responsabilidad pública y política, en otros. Grandeza es lo que debe mostrar el Vicepresidente ahora. “El vicepresidente Garzón parece mantener una situación más propia de la obstinación por no darles gusto a algunos malquerientes o rivales políticos que de responsabilidad y seriedad ante los colombianos”. EDITORIALITO El exagerado incremento de los gastos administrativos de las Empresas Públicas, proyectados desde el anterior gobierno, pone en riesgo la sostenibilidad de la entidad. Con razón el alcalde Pedro Suárez está definiendo medidas de fondo para evitar la quiebra de la entidad.