Venezuela se jugará hoy su destino en las elecciones presidenciales. Las urnas decidirán no sólo si confirman Venezuela se jugará hoy su destino en las elecciones presidenciales. Las urnas decidirán no sólo si confirman al presidente Hugo Chávez o si quieren el cambio con su principal contendor cambiar el rumbo con Henrique Capriles. Venezuela decidirá si continúa o se pone fin a una época. Si refrenda la revolución bolivariana de Hugo Chávez o si cambia el modelo con Capriles. Los resultados repercutirán no sólo en el país, sino en toda la región en la que Chávez ha logrado una marcada influencia y ha permitido por este hecho otra mirada de Estados Unidos hacia América Latina. Venezuela se enfrentará hoy a unas elecciones cruciales, a un plebiscito con final abierto que puede otorgar nuevo aliento al régimen de Chávez o, por el contrario, puede marcar un nuevo derrotero para el chavismo. Aunque el mandatario venezolano mantiene unas mayorías, según los sondeos, por primera vez, Chávez no marcha como favorito indiscutible. Ni podrá garantizar como en el pasado una votación aplastante. También por vez primera, la oposición se ha unido en la amplia coalición (Mesa de Unidad Democrática), con un candidato único. Capriles sabe que no es fácil ganar. Los 3 millones que participaron en las primarias del 12 de febrero, no le alcanzan para ganar las elecciones. Para triunfar necesita unos 7 millones de sufragios adicionales. Sin embargo ha recortado la brecha. Y su clave está en el voto secreto, en los indecisos. La oposición ha mejorado su capacidad de convocatoria y empieza a mostrar que es posible competir con la poderosa estructura del chavismo, pero le falta fuerza. Y programa. Si no gana Capriles no queda derrotado. La votación que sacará lo mantendrá como un líder consolidado que jugará en las elecciones regionales del 16 de diciembre y las municipales del primer semestre del año entrante. Y ojalá que así sea. La oposición política es necesaria y saludable. Una oposición política, estructurada y programática es vital para la democracia. Una oposición civilista y desarmada que pueda controlar al gobierno, frenar sus excesos y confrontar el unanimismo. Gústenos o no, Chávez se ha sometido a todas las consultas y las ha ganado, limpiamente. El mismo ex presidente Jimmy Carter lo ha reconocido. Y ésta también es una lección que deslegitima la lucha armada, como opción política. Pero también el sistema electoral, uno de los mejores del mundo, como lo admitió el Centro Carter. Desde 2008, la plataforma electoral venezolana funciona de manera automatizada en su totalidad. Todos los procesos, desde la inscripción en el Registro Electoral hasta el conteo de los votos, son auditables. El voto electrónico es otra garantía para la transparencia, reconocida por todos los actores, lo que ahuyentará la posibilidad de un fraude y le imprimirá legitimidad a las urnas para decidir el rumbo.