La Nación
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El mundo de los libros, Por Heriberto Carrera Valencia

En nuestra región no existe la costumbre de adquirir libros, ni tampoco un verdadero apoyo económico para obras de importante

En nuestra región no existe la costumbre de adquirir libros, ni tampoco un verdadero apoyo económico para obras de importante incidencia en el desarrollo intelectual del futuro hombre huilense. En este aspecto la cultura se encuentra a la deriva, pues el apoyo estatal es mínimo para los investigadores, escritores y artistas. Por eso no nos destacamos a nivel nacional ni tampoco nos toman en la cuenta para ocupar cargos en las altas esferas del Estado, puesto que  consideran que no tenemos gente suficientemente ilustrada.  Aparte de José Eustasio Rivera, Julián Motta, Gilberto Vargas Motta, Jenaro Díaz, Benhur Sánchez, Winston Morales y algunos pocos personajes adicionales,   carecemos de otros  pares. En España, el promedio de lectura en el año es de dieciséis libros por habitante, pero en otros países de Europa es de veinte, treinta y   hasta cuarenta obras por individuo. Por el contrario, el promedio anual de lectura de los colombianos es de un libro y medio, pero como si fuera poco,  el promedio de los huilenses no alcanza siquiera a la mitad de un libro. El genial Miguel de Cervantes en su Quijote, advirtió: “No hay libro tan malo que no tenga algo bueno”. Por su parte, Honorato de Balzac, enseñó: “Un libro hermoso es una victoria ganada en todos los campos de batalla del pensamiento humano”. Como lo dijera Carlyle, “La verdadera universidad es una buena colección de libros”. Los libros nos permiten viajar a través del tiempo y las distancias.  Nos dejan penetrar en las profundas fuentes del saber. Nos conceden la oportunidad de salir a pasear por las almas y culturas ajenas. Nos permiten acercarnos a los grandes maestros y líderes de la humanidad. Ellos son el mejor alimento para el alma  y hablan despiertos al sueño de la vida. Leyendo el hombre intenta ser algo distinto de lo que habitualmente es. A los libros se llega por el camino de la curiosidad, de la seducción, de la libertad y mediante el ejemplo. El desafió para  nosotros los mayores está en iniciar a los jóvenes en una vida para la cual los libros sean luz y compañía, que tengan la frecuencia de un alimento y la confianza de una amistad. Abramos más librerías, bibliotecas y museos y menos prostíbulos, cantinas y casinos.