Las declaraciones salidas de tono y fuera de lugar del senador conservador Roberto Gerlein, el bochornoso espectáculo del concejal neivano Carlos Posada Las declaraciones salidas de tono y fuera de lugar del senador conservador Roberto Gerlein, el bochornoso espectáculo del concejal neivano Carlos Posada y la pugna entre los diputados huilenses Orlando Ibagón y Raúl Rivera, nos obligan a pronunciarnos acerca de la altísima responsabilidad que les cabe a quienes representan a miles de ciudadanos en los órganos colegiados, no sólo en sus actuaciones en el manejo de intereses económicos sino también en sus palabras y comportamiento público y privado. Lo dicho por el más veterano de los congresistas colombianos, con más de 40 años ocupando curul en el Capitolio Nacional, un hombre al que muchos le reconocen su buena capacidad oratoria e intelectual, traspasó cualquier lindero de la decencia, el decoro verbal y, sobre todo, del respeto a quienes piensan o se comportan de manera diferente a como lo hace el senador Gerlein. Que al senador conservador le parezca inconveniente, impertinente o inconstitucional un proyecto que pretende establecer como matrimonio formal la unión de parejas del mismo sexo, es claramente legítimo dentro de la democracia, está en todo su derecho y fortalece el debate; otra cosa es que para oponerse, el legislador acuda a frases grotescas, irrespetuosas y evidentemente discriminatorias contra un sector minoritario de la población colombiana. Debería tener muy presente el experimentado congresista que impera en el país una Ley, la 1482 de 2011, que penaliza los actos discriminatorios contra una persona, grupo de personas, comunidad o pueblo, por razón de su raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo u orientación sexual. En el caso del concejal Posada, quien ni siquiera se ha pronunciado con alguna excusa, es deplorable que no tenga el más mínimo respeto ni consideración por la dignidad que le cabe como líder de la ciudad; y no sólo en sus comportamientos privados sino también abiertamente públicos, como el protagonizado en la inspección San Luis, durante una visita del Gobierno Municipal. Bien valdría que le Mesa Directiva del Concejo no sólo se pronunciara sino también adoptara alguna medida o moción de censura sobre estas actuaciones que desdicen, y de qué manera, la imagen de toda la Corporación. Y la reyerta de los señores diputados Ibagón y Rivera, sin que tengamos precisa la versión real de estos hechos, más allá de lo que cada uno ha dicho, también debería tener alguna postura de sus colegas puesto que aquí no solo se habla de palabras soeces e intentos de irse a las manos, sino también serias denuncias de presuntos actos irregulares en el trámite de un proyecto de ordenanza. Que se indague, se investigue y se deje clara la actuación de los diputados, y si existen esas anomalías, que la Justicia actúe en consecuencia. Flaquísimo favor hacen nuestros representantes en los órganos públicos, desde el Senado hasta el Concejo, para que la deteriorada imagen de estas entidades mejore ante la opinión de los ciudadanos que los eligieron. Un escándalo tras otro se sucede en todos estos ámbitos, algunos ya sancionados con drasticidad y otros en mora de que se haga.