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Defensa de la dignidad nacional – Eduardo Gutiérrez Arias

Colombia se siente herida y mutilada por el injusto e inequitativo fallo de la Corte Penal Internacional sobre el diferendo Colombia se siente herida y mutilada por el injusto e inequitativo fallo de la Corte Penal Internacional sobre el diferendo limítrofe con Nicaragua en la región de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, decisión que le  cercena miles de kilómetros cuadrados de mar, donde mal que bien, venía ejerciendo soberanía en los ya cerca de 200 años de vida republicana. No voy a referirme al tema de cuál debe ser la actitud del país frente a esta injusta decisión del más alto tribunal internacional en la materia. No soy experto en el tema y “doctores tiene la santa madre iglesia” que están analizando el caso y que nos sugerirán las mejores alternativas para hacer menos onerosa la actual perdida de una parte de territorio que creíamos nuestro y sobre todo, que es vital para la vida de las comunidades raizales de los isleños. Pero si debo decir que los peores defensores de la dignidad nacional son aquellos que hoy exacerban un patrioterismo populachero e hipócrita que no se compadece con sus actuaciones como gobernantes, cuando tuvieron poder y pudieron buscarle mejores alternativas al diferendo. Sus actuales posturas no ayudan a la necesaria unidad nacional, dividen la opinión pública y nos dejan mal parados ante la comunidad internacional, cuyo concurso es muy importante para corregir en algo el actual desafuero. La mejor defensa de la dignidad nacional se logra con los avances en el progreso económico, social y cultural, con la equidad social y la democracia participativa, con buenos niveles de autonomía local y regional para que las comunidades dispongan de las posibilidades jurídicas y económicas para enfrentar sus problemas y resolver sus necesidades. Esto debe ser especialmente válido para todas las regiones de frontera del país. Pero resulta que ellas son las más olvidadas y descuidadas por el estado y los gobiernos y carecen de herramientas para construir su progreso. San Andrés y Providencia, La Guajira, Norte de Santander, Arauca, Vichada, Vaupés, Amazonas, Putumayo y Nariño son departamentos con los peores indicadores de desarrollo económico, social, político y cultural y son precisamente nuestros departamentos de frontera. Hoy nadie osaría amenazar la soberanía de Suiza, como no fue amenazada en las dos guerras mundiales a pesar de carecer de ejército y hablar cuatro idiomas en un territorio cuya extensión es igual a dos veces el departamento del Huila. Pero su altísima democracia, la autonomía de sus regiones, el desarrollo económico y cultural, la convierten no sólo en uno de los países más pacíficos del mundo sino también en la nación con la más alta seguridad y soberanía nacional. Una democracia restringida ligada a una cultura mafiosa, el ultra centralismo contrario al espíritu de la constitución de 1991, la gran inequidad social, la pobreza y miseria en las zonas de frontera y un sector rural desprotegido del estado, sin estímulos y apoyo para su desarrollo son las grandes taras que conspiran contra nuestra soberanía y seguridad y empobrecen la dignidad nacional.