Historias de entereza y sufrimiento se tejen detrás de los barrotes. La ilusión de la libertad y la lucha por la justicia se cruzan intermitentemente en los pasillos de la cárcel del Distrito Judicial de Neiva. Historias de entereza y sufrimiento se tejen detrás de los barrotes. La ilusión de la libertad y la lucha por la justicia se cruzan intermitentemente en los pasillos de la cárcel del Distrito Judicial de Neiva. GINNA TATIANA PIRAGAUTA G. LA NACIÓN, NEIVA Una faceta de empresaria inició Angélica Ramírez, ‘El Ángel Vallenato’, tras su reclusión en la Cárcel Distrital de Rivera hace más de dos años. La reconocida presentadora de televisión regional que fue condenada a 14 años por sus presuntos vínculos con las Farc, teje su futuro tras las rejas a través de su línea de accesorios Ángel. La modelo que espera la apelación de su condena ante el Tribunal Superior de Neiva, lanzó su segunda colección de joyas hace sólo unos días. Su tiempo en la prisión lo dedica a su negocio de bisutería, el cual tiene un fuerte componente espiritual. “La primera colección se lanzó el año pasado y tuvo como base la historia de Jesucristo y el cambio de vida tan grande que Dios nos da a todas las personas que atravesamos por esta situación”, aseguró Angélica mientras exhibía con orgullo los aretes y manillas que fabrica con diversos materiales al interior de la prisión. “Este año Dios nos envió a todas las internas a dos ángeles maravillosos para seguir tejiendo nuestros sueños. Son dos señoras que nos ayudan con material de trabajo para que ocupemos nuestro tiempo de reclusión y podamos desarrollar nuestra creatividad”, manifestó con lágrimas en los ojos, la presentadora huilense. “Yo no creo un accesorio sólo para que lo luzcan, cada pieza que elaboro trae un mensaje, un significado. Las pulseritas vienen con el angelito de la guarda o del arcángel San Miguel, hago diseños con la Virgen de Guadalupe o la Milagrosa. Las personas se comunican conmigo a través de @accesoriosangel por Twitter o en Facebook y me piden piezas con santos particulares”. “Los accesorios Ángel vienen en dos líneas. La económica oscila entre 10.000 y 15.000 pesos. Los productos elaborados en murano, plata y materiales similares cuestan entre 25.000 y 30.000 pesos”, comentó orgullosa. “La idea es que las personas luzcan un accesorio bonito, pero que sepan que fue elaborado por una persona en una situación difícil que quiere salir adelante. Mi familia me ayuda con la distribución, tenemos servicio a domicilio y actualmente un amigo nos ayuda con el diseño de la página web”, aseguró Angélica. “La idea es que las personas reciban el mensaje, pero también se acuerden de los que estamos privados de la libertad. Que no nos olviden y nos den la oportunidad de expresarles nuestras vivencias a través de nuestro arte”. “Ojalá que las personas no solamente nos juzguen sino que valoren a los seres humanos que estamos aquí adentro, que tenemos sueños, hijos y muchos anhelos. Queremos que apoyen nuestros sueños”, expresó. Lucha por la justicia Marcela* es una campesina de 16 años a la que la vida le cambió radicalmente desde hace más de un año, cuando su padre fue recluido en la prisión y ella tuvo que asumir las responsabilidades de la finca y la defensa de su progenitor. Cree que la justicia algún día llegará y se terminará la pesadilla que inició el 13 de septiembre del 2011. “Eran como a las 5:45 a.m. Yo estaba en la finca, en la vereda Morelia de La Plata, ya iba a salir para el colegio cuando llegaron como 12 policías. Nos hicieron salir a todos y nos dijeron que traían una orden de allanamiento”. “Salimos de la casa con mi mamá y mis hermanos y vimos que a mi papá lo traían amarrado. Él estaba sacando a la carretera una carga para llevar a la galería. No nos dejaron arrimar a la casa y la revolcaron toda. Cada rato salía un policía y decía que no habían encontrado nada”. “De un momento a otro ellos dijeron que estaba listo el objetivo. A mi papá se lo llevaron detenido. Nosotros no entendíamos nada. Cuando llegamos al comando, en el pueblo nos dijeron que habían encontrado una granada en la casa”. “Le tomaron fotos a mi papá y se lo llevaron preso. Tiempo después a mí me llamó uno de esos policías. No sé cómo se consiguió mi número. El agente me preguntó dónde estaba y si podíamos hablar. Él me dijo que tenía la solución para que mi papá saliera de la cárcel”. “Cuando me encontré con el oficial me dijo que me acostara con él y a cambio de eso mi papá tendría libertad, porque él no tenía nada que ver con la granada. Yo accedí. Pero ya pasó un año y mi papá continúa en la prisión. El policía me engañó. Lo único que hizo fue aprovecharse de mí”. “Los abogados no nos dicen nada del proceso. Antes de que a mi papá se lo llevaran preso nosotros vivíamos bien. Él era muy protector con nosotras. Siempre andaba cuidándonos. No sé por qué nos está pasando esto. Esto fue algo tan sorpresivo”. “Yo tengo cuatro hermanos. Soy la mayor. Mis hermanos apenas están reponiéndose de todo esto. Yo asumí los roles de la finca. Mi mamá trabaja en lo que le salga. Lava ropa o arregla casas. Pero la vida era mucho mejor cuando mi papá estaba con nosotros. Sólo queremos que se haga justicia y él vuelva a la finca”. ‘Busco a mi familia’ Lucía Moncayo Cárdenas lleva recluida 10 meses en la cárcel del Distrito Judicial de Neiva. Toda su familia vive en Calarcá (Quindío). Ellos ignoran que Lucía esté presa en Neiva. La joven mujer se encuentra desesperada porque no puede comunicarse con sus seres queridos. Suplica a la persona que pueda, se comuniquen con sus familiares y les hagan saber de su suerte. No conoce a nadie en la ciudad y no tiene apoyo moral ni económico. ‘Estamos presas por nuestra condición sexual’ Un pequeño grupo de travestis recluido en la cárcel de Neiva, asegura que su detención obedece a una persecución estatal por su condición sexual. Piden que les aclaren con urgencia su situación jurídica, que cese la discriminación y les permitan la libertad a la que tienen derecho constitucional. “Mi nombre es Fernanda, trabajo en la Carrera Segunda de Neiva. El 11 de diciembre me cogió la Policía en la calle. Me dijeron que mi hermana había apuñalado a un hombre y que los parientes estaban en la Sigin. Me llevaron hasta la casa con mentiras. Como mi hermana no quiso salir, me dijeron que yo las iba a pagar. A las 6:00 a.m. la cogieron”. “Estamos detenidas sin pruebas. En el Palacio de Justicia nos mostraron unas fotos donde estamos paradas trabajando. Nosotras no estábamos haciendo nada malo. No tenemos familiares. Ese día había un partido de fútbol y por el afán nos mandaron para acá. Estamos presas por percusión policial”. “Hasta ahora no tenemos atención jurídica. A las personas que trabajamos en la calle siempre nos enredan con estas cosas. La vez pasada también nos llevaron presas y a la final nunca nos mostraron las pruebas en nuestra contra”. “Me llamó Michael. Eran las 11:00 p.m. del 11 de diciembre. Iba hacia la panadería a comprarme una gaseosa y un pan, cuando me cogieron y me subieron a la fuerza a un carro. Me llevaron hasta la Sigin y allá me enteré que estaba capturada por tráfico de estupefacientes”. “A mí nunca me cogieron con nada. Lo único que yo hago es prostituirme. Me mostraron unas fotos en las que estoy parada en una esquina trabajando sexualmente. Nosotras pedimos nuestra libertad y que no nos persigan más por nuestra condición”. ‘El Ángel Vallenato’ desarrolla su faceta como empresaria tras las rejas. Fotos Ginna Piragauta. Marcela* lucha por la libertad de su padre. Anhela que su vida regrese a la normalidad. Lucía Moncayo Cárdenas busca a su familia en Calarcá (Quindío). Miembros de la comunidad Lgtbi aseguran que su detención obedece a una persecución por su condición.