Identidad cultural. Por Froilán Casas Ortíz.

¡Cómo somos de incoherentes! Hay grupos que rechazan toda intervención de Estados Unidos y sin embargo viven imitando todas las costumbres del coloso del Norte. A nivel idiomático aparece una masacre a la lengua de Cervantes que raya con la más absoluta ignorancia. No hablamos bien el español y sí empleamos una cantidad de vocabulario que expresa un desconocimiento craso de la lengua de Castilla. Vamos a una estación de servicio y el empleado no nos entiende la palabra “lleno”, nos responde, ¿full? Vamos a la tienda comercial y pedimos un equipo de cocina y el empleado nos responde ¿kit de cocina? No sabemos francés y sin embargo le decimos al excelente cocinero que nos ha preparado un delicioso plato en casa o en un restaurante, tenemos que decirle: ¡Qué gran chef es usted! La lengua de las Galias nos es desconocida y sin embargo aparecen avisos, sobre todo en línea gastronómica, “Chez Tovar”; en francés se pronuncia sin la letra final, es decir sin la “z” y significa en casa de. Vamos a una comida campestre y tenemos que decir: “Vamos a un picnic”, “¡Ah! Es que suena mejor. De galicismos y anglicismos estamos llenos. ¡Ah! La ignorancia es atrevida. Hay gente que para escudar su pésima ortografía se vuelve defensora de su abolición. Si nos adentramos en el campo del deporte, el español va desapareciendo. No podemos decir: tiro de esquina; no nos entienden, hay que decir “corner”; pena máxima, ¡noo! ¡Qué va! “pénalty”. Bueno, la palabra fútbol ya está aceptada en nuestra lengua. Los niños no van al jardín sino al “Kindergarden”. Ahora en las reuniones de trabajo no se dice pausa sino “breaker” que en inglés de Shakespeare significa romper, interrumpir. Ahora no podemos decir compañero, socio, etc., tenemos que decir “mi partner”. Para hablar del aroma, de la fragancia de un licor o de un perfume, tenemos que acudir a la palabra francesa “bouquet” (que se pronuncia ‘buké’). Cada día vamos empobreciendo el idioma. No olvidemos que la lengua y la religión son parte fundamental de una cultura. Una persona sin identidad cultural está al vaivén de lo más fuerte. Una persona sin raíces cambia de costumbres como cambiar de zapatos. Un cristiano católico sin soportes bíblicos y teológicos cambia de religión como cambiar de medias. Cómo es de importante que en la casa y en la escuela enseñemos con el ejemplo el valor de nuestras raíces culturales. Sí, amemos y aprendamos idiomas, especialmente el inglés; pero al mismo tiempo no nos avergoncemos de nuestro español. Una persona que no tenga autoestima cultural, causa lástima. Sí, traigamos mucha tecnología de los llamados países desarrollados, pero apliquémosla a nuestra realidad sin hipotecar nuestra identidad. En todas las culturas encontramos riquezas y podemos aprender mucho de ellas, pero no perdamos la nuestra. En religión, aprendamos a convivir con las diferencias, pero no negociemos nuestros principios. Descubramos las riquezas de los otros y estemos abiertos a aprender mucho de ellas, pero no perdamos el norte de lo que somos. Somos un pueblo mestizo con enormes valores culturales. El legado de España es invaluable. Claro con algunas sombras, sí, pero con muchas luces. ¿Qué conquistador no impone sus costumbres? Y unos han sido más sanguinarios que otros. Muchas veces deberíamos avergonzarnos de ser humanos. *Obispo de Neiva

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